Ayuso ya no disimula
Malestar en la dirección del PP de Madrid por las palabras de la presidenta durante un desayuno informativo: no comprenden su insistencia en reabrir el debate sobre el congreso regional ni que intente condicionar las negociaciones de Mañueco con Vox
Madrid
En 2008, Isabel Díaz Ayuso trabajaba ya como asesora de Esperanza Aguirre en el PP de Madrid. Ayuso ni podía imaginar, por aquel entonces, que sería la protagonista de un culebrón político similar al que aquel verano protagonizaron Aguirre (respaldada por el aznarismo) y un Mariano Rajoy que, con dos derrotas electorales frente al PSOE de Zapatero, trataba de poner orden en un PP desnortado.
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Rajoy llegó a aquel congreso con la esquela casi redactada y con la espalda llena de cicatrices por los azotes continuos que recibía de la prensa afín al PP de Aznar y de la propia Aguirre, que ridiculizaba —día sí y día también— al mismísimo Rajoy sin demasiado disimulo. ¿Recuerdan la foto del accidente de helicóptero en la plaza de toros de Móstoles?
Ayuso no se ha esforzado mucho en guardar las formas. Conocedora de las consecuencias que tuvo para Aguirre pisar el acelerador a fondo —luego terminó saliéndose de la carretera— la presidenta de la Comunidad de Madrid conjuga un aparente respaldo a Casado con un caudal de críticas a la gestión del 13-F, alentadas desde sus medios afines (que la ensalzan mañana, tarde y noche), y el movimiento de peones —como ayer hizo el consejero Portavoz, Enrique Ossorio— que envían mensajes directos a la dirección de Génova 13.
Las caras de algunos de los asistentes al desayuno informativo de Nueva Economía Fórum lo decían todo. La ausencia de declaraciones posteriores también. Algún destacado miembro de la dirección del PP de Madrid ha salido sorteando a la prensa y según algunas voces próximas a la dirección nacional, no resulta muy leal reabrir el melón del congreso regional a menos de 48 horas de los resultados en Castilla y León: "Para no querer hablar del congreso de marras, lo saca siempre que tiene ocasión".
Hay un enfado considerable. Primero porque, antes incluso de la reunión de los barones, Ayuso apuntara a Génova. Inicialmente con su portavoz y, después, en primera persona cruzando una línea roja: la de inmiscuirse en la negociación de Mañueco con Vox. "No nos importa lo que la izquierda piensa de nuestros pactos", una reflexión que llega cuando Mañueco y la dirección nacional se esforzaban en resaltar su nulo interés en gobernar con la ultraderecha de Vox.
Ayuso ha pasado de cero a cien en apenas unas horas. Mientras Almeida ha desaparecido de la esfera pública hasta este martes por la tarde, Sol ha entendido que era el momento de fijar una postura clara y calibrar la brújula antes de emprender los contactos con Vox. Esta tarde ha repetido que prefiere gobernar con el partido de Ortega Lara que con los herederos de ETA. ¿Queda clara cuál es la vía Ayuso?
Sin llegar al descrédito al que Aguirre sometía a Rajoy, lo cierto es que la presidenta de la Comunidad no se esfuerza en disimular. Esta mañana pudo haber centrado su intervención en la educación que era el objeto del desayuno pero no. Su estrategia estaba perfectamente diseñada y es el augurio de que nos esperan meses de mucha tensión.
Ayuso insistirá un día sí y otro también en adelantar ese congreso regional para concentrar todo el poder y controlar la confección de listas y la elección de candidatos para 2023. Una reclamación lícita y hasta comprensible teniendo en cuenta los resultados del 4-M y el papel que juega Ayuso dentro y fuera de Madrid.
¿Cuántos disgustos se hubiesen ahorrado en Génova si hubiesen atendido esa petición desde el principio?
Javier Casal
Presento el informativo Hora 14 en la SER. Durante...