El PP pide activar el cordón sanitario mientras gobierna con Vox en Madrid, Andalucía o Murcia

Pasados tres días de las elecciones en Castilla y León se van fijando posiciones, al menos las posiciones que tienen los diferentes partidos tres días después de las elecciones, porque esto no quiere decir que sean las definitivas. De momento, quien más claro parece tenerlo es Vox: no piensa ceder, le reclama al PP lo mismo que tuvo Ciudadanos, varias consejerías y la Vicepresidencia del Gobierno. Si no amenaza con nuevas elecciones, la ultraderecha sabe que con una repetición electoral no tiene nada que perder, al contrario, así que es muy posible que mantenga el órdago hasta el final.

El Partido Popular, tres días después de las elecciones, parece que rechaza el pacto de gobierno con la ultraderecha. Dice Casado que la alianza es imposible porque él tiene sus principios, los principios a día de hoy que no tienen porque ser los principios de mañana. Casado hizo ayer, ante el Comité Ejecutivo, el discurso que más se parecía al discurso del Casado de la moción de censura. Distancia con la ultraderecha, con cuyo apoyo recordemos gobierna en algunas comunidades y ayuntamientos. Quiere el líder del PP imponer su discurso ante un Mañueco más partidario de tejer alianzas con los de Abascal. Veremos la fecha de caducidad de la determinación de Casado.

En estas, además, el PP ha encontrado una vía, propiciada por el alcalde de Valladolid, Óscar Puente, para desgastar a Pedro Sánchez. Le pide que se abstenga en la votación de Castilla y León para permitir un gobierno de Mañueco sin la dependencia de la ultraderecha. Le pide, en definitiva, que active el cordón sanitario. Pero la propuesta del PP cae en su propia contradicción. No hay, ni se ha pretendido, ningún tipo de cordón sanitario en Madrid, en Andalucía o en Murcia, donde los populares han normalizado la influencia de Vox en sus gobiernos autonómicos. Así que la respuesta de Pedro Sánchez pone al PP frente al espejo, que no le pidan la abstención mientras el PP no rompa con la ultraderecha en los gobiernos que decíamos antes, y esto no parece que vaya a pasar. No se vio ayer a Isabel Díaz Ayuso muy por la labor.

Así pues, todo sigue en el aire. Si Casado mantiene su discurso contra la extrema derecha, discurso con el que se sienten más cómodos algunos de sus barones, excepto Ayuso, claro, la gobernabilidad en Castilla y León se complica. La alternativa de nuevas elecciones ahondaría todavía más en el inmenso error de su primera convocatoria.