Con el alma en vilo: los hilos familiares y de amistad que unen Aragón y Ucrania
Aragoneses y ucranianos y rusos residentes en la comunidad autónoma viven pendientes del móvil y de cómo evoluciona la invasión rusa en Ucrania. Las empresas temen cómo va a afectar a la economía, que no acababa de despegar tras la pandemia

Alrededor de 300 personas se han concentrado este viernes en la Plaza Navarra, en Huesca, para protestar contra la guerra en Ucrania / Javier Blasco (EFE)

Zaragoza
Según los cálculos, en Aragón viven cerca de 2.300 ucranianos. Pasan el día pegados a la radio, la televisión y el teléfono móvil para seguir muy de cerca, aunque a cientos de kilómetros, lo que pasa en su país de origen. Ahí dejaron a familiares y amigos. Viven con estupor la invasión del ejército Ruso, que suma ya cerca de 200 muertos, y las amenazas continuas de Vladimir Putin. Ayer, en Huesca, salieron a la calle; hoy, sábado, lo hacen en Zaragoza y Teruel.
La escalada de tensión entre Rusia y Ucrania alcanzó su plenitud en la madrugada del miércoles al jueves, con los primeros bombardeos. Semanas antes, ante la previsible invasión, las tropas ucranianas se prepararon ante la posible ofensiva militar.
Reservista con raíces en Orés (Zaragoza)
El presidente, Volodymyr Zelensky, incluso hizo un llamamiento a filas a los reservistas. Uno de ellos es Antón. Desde los 4 años y hasta los 18 ha pasado sus veranos en Orés, un pueblo de la comarca de Cinco Villas, en la provincia de Zaragoza.
Tiene 22 años y ahora mismo está en el frente. En Orés, su pueblo del que además es casi hijo ilustre porque fue pregonero hace unos años, viven con miedo y mucha preocupación lo que pasa en Ucrania.
Nacho Campos habló hace dos días con él por Instagram. Antón quería mandar un mensaje de tranquilidad y agradecimiento a todos ellos. "Era un mensaje muy emotivo a los amigos, diciendo que muchísimas gracias por el apoyo, que espera volver a vernos pronto, a disfrutar con nosotros del pueblo, y que se acabe esta maldad".
En el frente de Járkov
Él es uno de los primeros niños que llegaron a Aragón y que formaron parte del programa de acogida para menores ucranianos, que se puso en marcha hace dos décadas. No es el único que está ahora mismo en esta situación. Maite Casaus lo sabe bien. Vladislav ha venido hasta que cumplió 18 cada verano, ahora está en el punto más conflictivo, fusil en mano.
"De no vivirlo no se puede saber, conocer este sentimiento", dice emocionada. "Ahora mismo, él forma parte del ejército profesional de Ucrania, y ayer las noticias que me llegaron es que está destinado en Járkov".
En un refugio
Con angustia vive desde aquí uno de los aragoneses más vinculados a Ucrania, el artista aragonés Carlos García Lahoz. Desde hace más de 10 años trabaja en este país y reside en él 4 meses al año. Es el único español en desarrollar proyectos interculturales entre los dos países.
Tal es su vinculación que en honor a Carlos se puso el nombre de 'Aragón' a uno de los parques de Uman. Su comunicación con Kiev es diaria. Sus amigos están en refugios, encerrados en sótanos, se protegen como pueden. El objetivo, dice, resistir como pueden la salvaje acometida de Rusia.
"A cualquier hora del día o de la noche, hay amigos que me llaman, a las 3 o las 4 de la mañana, para decirme que les están bombardeando, que tienen miedo, que están metidos en un refugio", relata. "Les doy ánimo, porque tampoco puedo hacer nada".
Rusos en contra
En Aragón hay cerca de mil rusos. Una de ellas es Uliana y vive en Zaragoza desde hace 10 años. Viajó a Moscú con su hijo hace dos semanas. Condena una guerra que en Rusia llaman operación militar. Es contundente: el gobierno estaba orquestando el ataque. "Lo estaban preparando todo, 'limpiando' periodistas, metiendo a gente a gente opositora en la cárcel.
Tanto que ahora, en su círculo más próximo, se plantea abandonar el país, "porque vivir en un país donde no tienes libertad de palabra, no pueden hacer nada; es muy triste para los rusos".
¿Y la diplomacia?
La vía diplomática ha fracasado. Con todo, desde el Seminario de Investigación para la Paz en Zaragoza insisten en que es necesario volver a la legislación internacional, dar el papel que le corresponde a las Naciones Unidas.
El escenario, explica Carmen Magallón, presidenta del SIP, es complicado, sobre todo cuando las armas están en alto. "Cuando se negocia, todos los intereses sobre la mesa, pero quien tiene un martillo, el mundo le parece un clavo; que tienes las armas y quieres imponerte en las negociaciones", señala.
Y es que, como explica Natividad Fernández, catedrática de Derecho Internacional de la Universidad de Zaragoza, ¿cuánto tiempo estamos dispuestos a estar así? "España es aliado de la OTAN y, como tal, pondrá sus instalaciones al servicio de la OTAN", señala. "Tanto los españoles como el resto de los europeos, ¿van a estar dispuestos a hacer un esfuerzo económico y militar?"
Economía interconectada
Una preocupación a la que se suma la patronal aragonesa. Aunque las relaciones económicas de comercio exterior de Aragón son de "escasa relevancia", los efectos indirectos son de mayor importancia.
Con datos de cierre de 2021, Rusia supone el 0,87 % de las exportaciones totales aragonesas y el 0,19 % de sus importaciones Ucrania representa el 0,25 % de las exportaciones y el 0,11 % de las importaciones. Textil, electrodomésticos, productos farmacéutico, automóviles y protección de cultivos son las principales exportaciones.
Pero todo está conectado en esta economía global. Cuando parecía que empezaba a remontar la economía tras la pandemia, ahora, un conflicto bélico en Europa, con la incógnita de si se puede extender a otros países.
Jesús Arnau, director general de CEOE Aragón, señala que este escenario conflictivo "no sabemos cómo va a acabar y que puede extenderse a varios países de Europa, una posibilidad que era impensable hace meses, ahora es una realidad". Confía en que "se pueda negociar con Rusia y a su presidente le entre cierto raciocinio" porque "una guerra es lo peor para una sociedad y para el mundo".
Es posible que algunos de los importadores y exportadores aragoneses se vean afectados a través de compras y ventas agrupadas desde o hacia terceros países, cuyo proveedor radique su producción en Rusia o Ucrania.




