Cámaras desechables como herramientas de denuncia social

Madrid

Que una mirada vale más que mil palabras es un dicho que tras la pandemia -y debido al uso de las mascarillas- ha cobrado más sentido aún. Los ojos pueden transmitir emociones y captar instantes que no se podrían describir más que a través de una lente.

Para Carlos, este madrileño de treinta años, la fotografía además de una herramienta de denuncia social, lo es de conocimiento. "Es una forma de introspección, las decisiones que tomamos al fotografiar parten de nuestro interior", asegura. Así que, en 2017 decidió echarse una mochila al hombro con unas cuantas cámaras desechables y carretes, y viajar hasta un poblado de Tanzania para desarrollar 'My View', un proyecto que consiste en entregar cámaras a niños y niñas que viven condiciones muy precarias.

De África viajó a un campamento de refugiados griego, y en el verano de 2019 llegó al sector seis de la Cañada Real, donde sus jóvenes siguen sin poder estudiar cuando el sol se esconde. En muchos casos, estos niños de entre ocho y doce años son por primera vez los protagonistas de su propia vida y pueden ver sus imágenes y sus realidades impresas.

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En 2020 recibió el premio Talento Joven de la Comunidad de Madrid y organizó una charla TED para visibilizar su proyecto y la situación que viven los más pequeños en estas comunidades marginadas. En la conferencia describe lo que para él es el "impacto positivo de la fotografía" como un mecanismo para cambiar el mundo. Algo que se relaciona con el proyecto en el que está involucrado actualmente y que tiene que ver con niños y niñas de la Asociación Asperger de Madrid. "Trabajando con ellos me di cuenta de que tienen muchísimas dificultades para expresar sus emociones y sentimientos", afirma, "y la fotografía para ellos sirvió como herramienta para contarnos al resto lo que no pueden describir con palabras". En estas imágenes se pueden ver los espacios y las caras familiares que les hacen sentirse seguros y tranquilos.