Irina González, mujer con autismo: "En las entrevistas de trabajo, no saben cómo tratarme"
Las mujeres con TEA sufren una doble vulneración por su condición de mujer y por el trastorno de neurodesarrollo que padecen
Bilbao
Irina González no supo hasta pasados los 30 que tenía autismo. Con algo más de 20 años, comenzó un tratamiento psicológico y su doctora le dijo que podía presentar algunas características de TEA, trastornos de neurodesarrollo. Al final, consiguió el diagnóstico, aunque no sin dificultad, ya que le aseguraron que no existían pruebas para mujeres adultas. "El diagnóstico tardó porque, cuando pensamos en una persona con autismo, la gente piensa en casos muy extremos", ha explicado en A vivir que son dos días Euskadi. "Me han descrito como callada, tímida, hogareña, una persona a la que le gusta leer, no muy comunicativa y un poco rara, cuenta, pero, al ser chica, pasaba inadvertida".
Irina González, mujer con autismo: "En las entrevistas de trabajo, no saben cómo tratarme"
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Se calcula que el 1 por ciento de la población tiene autismo. La proporción es de una mujer por cada 4 hombres. Los TEA pueden ir acompañados o no de una discapacidad. Las características son diferentes en cada persona pero son frecuentes las dificultades en el desarrollo emocional, social y conductual, los problemas en la comprensión de situaciones sociales, y los pensamientos restringidos, estereotipados y repetitivos.
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Con la proximidad del 8M, se pone de manifiesto la doble vulnerabilidad de la mujer también en el ámbito de la salud. Para Sheila López, neuropsicóloga del área de clínica de la Asociación sin ánimo de lucro APNABI, que agrupa a las familias y personas con un trastorno del espectro del autismo, el diagnóstico es más difícil en las niñas, las adolescentes y las mujeres adultas. "El radar que tenemos para detectar a las niñas no nos está funcionando. Muchas pasan inadvertidas por las diferentes características que tienen, incluso algunas de ellas enmascaran sus problemas de comunicación", asegura. Los niños pueden tener intereses diferentes. Sin embargo, "las niñas tienen intereses más parecidos entre ellas. La diferencia radica en la intensidad en la que viven esos intereses". Por eso, creen que hay más casos de mujeres con esta condición aún sin diagnosticar o con diagnósticos erróneos.
Irina, a sus 38 años, trabaja como auxiliar administrativa. "Tener un diagnóstico es un reconocimiento de lo que eres, explica Irina. El no saber lo que eres trae depresiones. Hay que saber la causa. Si no sabes desde el principio que no eres como los demás, eso te aísla, te pone triste. Porque no es una definición, es una característica. Veo el mundo un poco diferente a otras personas", detalla. El índice de paro en este colectivo es del 85%. "Cuando voy a una entrevista de trabajo no saben cómo tratarme", afirma. Por eso, reclaman que se avance en el reconocimiento de los TEA a nivel administrativo y legal para poner fin a la situaciones de discriminación en el entorno educativo y laboral.
APNABI atiende hoy por hoy a 1340 personas asociadas. De ellas, solo el 26% son mujeres. Tanto Sheila como Irina forman parte del grupo Mujer y TEA que está trabajando en un documental basado en entrevistas a mujeres con autismo de diversas edades.