Vivir de agravio en agravio
La Columna de Carlos Arcaya: «Vivir de agravio en agravio»
Alicante
La forma en la que afrontamos los problemas también condiciona que se puedan solucionar o no. La pasada semana la pasamos debatiendo sobre el traslado de la cabecera de los trenes AVE con destino Alicante a la Estación de Chamartín. Una decisión técnica que tiene sus pros y sus contras.
Entre las desventajas se encuentra que el recorrido se amplía en 15 minutos y que Atocha es una estación más céntrica para el visitante. Sin embargo, la llegada a Chamartín ahorra una hora para atravesar Madrid, tiene mejores conexiones con el aeropuerto y permite enlazar con los AVE que vienen del norte de España.
Evidentemente, lo ideal sería que los trenes AVE pudieran parar en las dos estaciones, pero para ello hay que esperar hasta 2028, ya que la infraestructura que lo permitiría tiene su tiempo de ejecución.
La postura de ADIF es entendible; la nuestra, también. Si apostamos por lo racional, podríamos buscar una solución intermedia para que algunos trenes también paren en Atocha; si vamos por la vía del tremendismo y de la emocionalidad, seguro que no. Si apelamos al que nos vuelven a marginar y a 'nos quieren castigar' -lo cual es absolutamente falso-, pues generaremos otro agravio más. Y vivir de agravio en agravio es una necedad.