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Los errores que debería aprender Ucrania de la derrota de los republicanos en la Guerra Civil

El historiador Miguel I. Campos publica 'Armas para la República', un veraz e intenso análisis de cómo fueron las dificultades del gobierno español para lograr armas en plena guerra

Soldados del ejercito republicano BNE / BNE

El conflicto con Ucrania ha abierto el debate de cómo debe comportarse un país extranjero ante una guerra en un territorio cercano. Un debate interno en el caso de España en que se ha discutido la manera de ayudar al pueblo italiano, con armas, con ayuda humanitaria y cómo esa ayuda puede condicionar la estabilidad del resto de países. Un espacio similar y unos debates que ya se levantaron en 1936, cuando Franco dio el golpe de Estado a la República democrática establecida en España. "Puede haber paralelismos, con la guerra civil y con la propia época", explica el historiador Miguel I. Campos, que acaba de publicar el ensayo histórico Armas para la República (Crítica).

Este discípulo de Ángel Viñas, desvela la gran red de contrabando a la que recurrieron las autoridades republicanas para lograr suministros bélicos, dominada por las estafas, la corrupción y el espionaje. Un tratado minucioso y amplio de uno de los aspectos más manidos y menods desarrollados por la historiografía de la contienda española y que nos sirve para entender lo que ocurre hoy, en nuestro país, pero también en Ucrania. "Hoy la situación es distinta porque muchos países están suministrando armamento, entre ellos España. Si no hubiera habido este tipo de ayuda hubiera sido una Checoslovaquia más que se sacrificaba y fuera, como fue el caso de España", incide el historiador.

"Las batallas que gana la República y que está ganando de momento Ucrania son las mismas: solidaridad, reparto de ayuda humanitaria, acoger a los niños, pero no una intervención. Lo que está cambiando es que hoy sí se está dando apoyo a esa resistencia ucraniana. El conflicto va a ser más sangriento y más largo. Las dos vías que ya están agotadas son la entrada rápida y victoria de Rusia o la contraria, que tampoco ha ocurrido. Lo único que queda es alargar y prolongar el conflicto y que tengan que negociar en una mesa con pociones más cercanas para ambas partes", analiza Campos.

Desde la posguerra, autores franquistas y republicanos empezaron a analizar la cuestión de las armas, pero siempre desde sus ópticas cercanas, magnificando los hechos. "En los años sesenta, sobre todo los hispanistas, ya empezaron a mostrar al régimen que la cosa no era tan clara, que no había tanta diferencia. No hay una obra que aborde el caso republicano y todas las dificultades al comprar armamento." En el año 2000 se abrieron nuevos archivos y fuentes y a ellas recurrió este historiador que empezó a seguir el hilo de qué hizo el gobierno republciano ante el cierre de las vías oficiales y los canales habituales de suministro de armamento: acudir al mercado negro.

"Lo que se pedía era comprar armas, no una intervención militar de las potencias amigas. En el momento en que nos dejan en el dique seco empieza una carrera para comprar armas al mejor postor. Como se indica en el libro, muchas veces sin quererlo la República se puso la zancadilla", señala. La no intervención de Francia y Gran Bretaña fue total, a pesar de todas las mediaciones que los republicanos intentaron. Era difícil, reconoce campos, teniendo solo al 10 por ciento del cuerpo diplomático leal a la República. "El golpe está planificado para colapsar al estado español tanto en internamente como exteriormente".

Gran Bretaña actuó de acuerdo a un beneficio económico y al miedo al comunismo y Francia fue detrás. "El propio embajador en España era un hombre muy conservador. Los informes que manda en la primavera del 36 son muy preocupantes sobre lo que puede ocurrir, la toma de Iglesias, la violencia callejera, etc". Eso por un lado, luego está todo el trabajo que hicieron los sublevados. "Después los sublevados tienen dos ramas, la civil y la militar. Los civiles se encargan de ir firmando acuerdos y ayuda de Mussolini y luego una campaña de intoxicación en Gran Bretaña para que no intervengan, que es lo que hacen".

Con ese panorama, la República puso a una serie de intelectuales que combatieran esa idea que asociaba al gobierno al caos o algo previo a instalar un soviet. "Eso requería una serie de intelectuales de distinto ámbito que lo hiciera a nivel internacional. Para mostrar a Inglaterra que no había ningún régimen comunista. Y el reverso es que estas personas no habían visto un rifle en su vida y tenían que negociar en el mercado negro".

Tampoco fue tan real esa colaboración instantánea entre la República y la Unión Soviética. Recuerda campos que en el 36 no había ni embajada de España allí. Por tanto, la petición de ayuda cuando estalla la contineda se hace a través del embajador de la URSS en París. "La relación no fue ni altruista ni solidaria, ni rápida. Pasan dos meses hasta que llega la ayuda militar, dos meses de retraso con respecto a la colaboración de Hitler y Mussolini con Franco".

Un año antes del estallido de la guerra, Stalin empieza a su política exterior, lo hace a partir del 35. Por aquel entonces, Hitler llevaba dos años en el poder. Rusia quedaba en medio de dos enemigos: Japón y Alemanía. "Stalin busca ofrecerse a las potencias occidentales como un colaborador para acabar con el nazismo y el fascismo. Cuando estalla la guerra le pilla ahí y tiene dos problemas. Por un lado, si ayuda de golpe ese acercamiento se puede enfriar. Por otro, desde el punto el vista ideológico no puede dejar que la clase obrera española sea salvajemente asesinada por el fascismo. Esa coyuntura no fue nunca favorable a la República. Stalin tomó nota y firmó con Hitler el pacto de no agresión el verano del 36, lo aceptó, viendo que no ibas obtener ayuda de las democracias occidentales", explica.

Quizá lo más sorprendente del ensayo es descubrir que el nazismo hizo negocios con la República. El gobierno tuvo que recurrir a las armas alemanas ante el desasosiego y la soledad internacional. "Nos llama la atención porque son polos opuestos, pero ha habido alianzas en la historia incluso más extravagantes, como la Tercera República francesa con el Zarismo", empieza el historiador. Sin embargo, Alemania ya había suministrado antes armas al ejército español tradicionalmente, así que se hizo la petición simplemente. "Se desestima mientras se ayuda a Franco, pero de manera clandestina lo hacen. Saben que las reservas de Oro de España pueden servir para aumentar sus propias reservas. Tienen claro que van a ganar la guerra, pero si se espacia el tiempo se pueden encima enriquecer. No fue un envío masivo, pero sí hubo negocio. Todo apunta a que Francia lo sabía y lo permitió, lo mismo que la propia Unión Soviética".

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada...