"La guerra de Siria fue el campo de pruebas de las tácticas que Rusia usa en Ucrania"
Se cumplen 11 años de la guerra enquistada en Siria que deja al 90% de la población bajo el umbral de la pobreza
El asedio a Mariúpol
La táctica de guerra que Rusia está empleando en Ucrania arrasando ciudades repletas de civiles no es nueva. Ya la vimos en la guerra de Siria. Este país fue “un campo de pruebas” para muchas de las tácticas que Rusia está utilizando ahora, asegura Ignacio Álvarez-Ossorio, profesor titular de Estudios Árabes e Islámicos en la Universidad Complutense de Madrid.
Se bombardean objetivos civiles, hospitales y escuelas, algo que Rusia lleva haciendo en Siria desde 2015. Unas operaciones en el terreno que, como ahora en Ucrania, iban acompañadas de “una campaña de desinformación a escala masiva para sembrar dudas sobre la actuación de alguno de los actores locales”. Esto último, sin embargo, dice Ossorio, ahora no le está saliendo tan bien a Vladímir Putin a nivel internacional.
Para Ossorio, la comunidad internacional ha cometido el error de permitir durante años la impunidad de Putin ante los crímenes de guerra y de lesa humanidad que cometía. Esto, cree, “podría haber envalentonado a Putin para ponerlo en práctica también en Ucrania, pensando que no le iba a pasar factura, pero aquí la reacción por parte de Unión Europea ha sido bien distinta”.
Once años después del inicio de la guerra en Siria, esos crímenes no le han pasado factura a Putin, pero tampoco a Bashar al-Ásad, quien continúa en el poder a pesar de sus ataques a la población con el uso de armas químicas. Eso sí, subraya el profesor, está gobernando un país en ruinas, con el 90% de la población bajo el umbral de la pobreza y prácticamente el 60% de los de los sirios que han tenido que abandonar sus hogares.
La resistencia en el poder de Bashar al-Ásad se ha basado en una estrategia de destrucción gracias al apoyo de Rusia, Irán, Hezbolá y las milicias chiíes libanesas, unos apoyos que le han hecho perder su independencia. “Podríamos decir que se ha establecido una tutela por parte de Rusia y por parte de Irán, que son realmente los que deciden lo que ocurre en Siria”, explica Ossorio.
Tras más de una década sumida en una guerra que todavía no ha terminado, la población siria que permanece en el país sobrevive en medio de una crisis económica agravada por la pandemia de COVID-19 y por la crisis mundial derivada de la guerra en Ucrania. Y con todavía el 20% del territorio fuera del control del régimen de al-Ásad.