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Opinión

La guerra iba a ser un negocio turístico

Se les podría disculpar que ignoren en qué consiste un conflicto bélico, pero se les suponía un mínimo de solvencia en el dominio de su actividad turística

"La línea roja" de Matías Vallés (22/03/22)

Los organismo rectores de la energía europea han determinado que es urgente rebajar en diez kilómetros por hora la velocidad máxima en carretera, así como eliminar tantos tayectos aéreos como sea posible.

Este anuncio de restricciones aéreas era previsible ante el riesgo de que Rusia corte el suministro de combustible, y golpea directamente a la actividad turística.

Al margen de las posibles supresiones, el precio disparado del combustible se contagiará inevitablemente a los billetes aéreos.

Conviene recordar que a Balears solo se puede acceder de momento por mar y aire.

Estas calamidades y otras que todavía no conocemos eran previsibles, desde el mismo momento en que en Ucrania se pronunció la palabra Guerra.

Sin embargo, los gestores, intelectuales y ministros del turismo balear celebraron la guerra como un acontecimiento lejano que contribuiría a llenar los hoteles locales.

Se les podría disculpar que ignoren en qué consiste un conflicto bélico, pero se les suponía un mínimo de solvencia en el dominio de su actividad turística.

Pensar que una guerra en el vecindario es un gran negocio obliga a dudar de la solvencia de los encargados de administrar la única actividad económica que conoce Balears.

En efecto, se trata de la misma industria turística que nos aseguraron que nunca fallaría, y que ha entrado en su tercer año de atasco.

Los pronósticos de los expertos merecen menos confianza que Putin, que ya es decir.