De Dnipró a ese lugar desconocido llamado Alicante
Hablamos con el montañero Raúl Vicedo a su regreso de una expedición humanitaria para recoger a 32 refugiadas ucranianas
Alicante
El pasado 11 de marzo distintos medios de comunicación informaban de los ataques aéreos sobre la población de Dnipró, la cuarta ciudad de Ucrania, ubicada junto al río Dniéper, al este del país y muy cerca del Donbass, una cuenca minera rusoparlante en la que se inició la guerra con Rusia en 2014.
Ese día les cambió la vida a miles de mujeres y niños que tuvieron que huir con lo puesto. La devastación les enseñó que tenían que actuar rápidamente, de forma eficaz y sin dudar. Y que desde ese día han tenido que responder, casi por intuición, a encrucijadas vitales. No sé podían equivocar al elegir un puñado de cosas, meterlas en la mochila, separarse de todo lo demás, dejar sus vidas atrás y emprender la huida. Y todo ello, en poco más de media hora.
Y tras cruzar la frontera polaca, en una ciudad a pocos kilómetros de Cracovia, en un visto y no visto también tuvieron que elegir si venían o no a Alicante. Allí, un grupo de chicos españoles les proponía ir a una ciudad que no sabían ni dónde estaba. ¡Qué dicen que está en España y qué es un lugar turístico con más de 300 días de sol al año! ¡Bueno, al menos vamos a ganar en el cambio, en Dnipró, por el contrario, llueve 110 al año! ¡Qué aseguran que a 3.000 kilómetros nos van a dar cobijo y un lugar para vivir en paz! ¡Lejos de las sirenas y de las bombas! ¡Qué no tenemos a dónde ir! Pues, ¡qué nos lleven!
El montañero Raúl Vicedo, un forajido que nos ha acompañado en varias ocasiones en el programa, nos ha contado la historia de alguna de las familias que han traído a Alicante. Formaba parte de una expedición de 8 automóviles y una furgoneta en los que llevaron toneladas de alimentos a la frontera con Ucrania y desde donde se trajeron a 32 mujeres y niños que ya han encontrado cobijo con varias familias de la comarca de L'Alacantí.
Fueron cinco días de viaje. Dos de ida y tres de vuelta. Cuando volvieron tuvieron que hacer paradas frecuentes ya que había que tener en cuenta las necesidades de los niños. Entre ellos, una niña de tan solo un año. Un viaje exprés en el que pudieron captar la enorme solidaridad que la tragedia de estas personas ha despertado en cualquier lugar de Europa.
Y es que cualquiera de nosotros sentimos que podríamos ser uno de ellos.