La Sevilla sin luz

Sevilla

Hay una Sevilla que se acicala estos días en el barrio de los Remedios para ofrecer su cara más amable y jaranera durante una semana. Hay otra que funde la cera alta en los templos, rescata los hábitos de los armarios y prepara las cruces para redimir pecados.

Hay una Sevilla que se vuelca con el pueblo de Ucrania y nos trae a niños rubitos que corretean por la plaza de San Andrés con ese blindaje protector que es la inocencia. Y hay otra Sevilla que vive sin luz en el Polígono Sur. Casi 300 familias que no pueden darle al interruptor porque no hay suministro, ni siquiera contadores en muchos casos. Estos sevillanos tienen que cargar los teléfonos en una gasolinera o encender el respirador en casa de un familiar para conciliar el sueño en caso de padecer apnea.

Con cierta frecuencia sabemos historias dramáticas de esa Sevilla que es icono de la pobreza de España. La principal causa de esta grave carencia son los cultivos ilegales de marihuana que hay en muchos pisos. Consumen toda la potencia y dejan en la pobreza energética a cientos de vecinos. El agua no llega a los pisos altos, se sobrevive como se puede. Hasta cuesta mucho trabajo eso tan andaluz de ir tirando.

Urge que la Fiscalía y el Defensor del Pueblo actúen y alcen la voz por los más débiles. Sevilla cuenta con varios de los barrios más pobres de toda España. Tenemos que procurarles condiciones de vida dignas a estos vecinos. No, nos le gusta vivir así. Muchas veces decimos eso en una barra de bar para calmar nuestra propia conciencia. Hay que darles oportunidades. Verán como alguno las usa. Démosle luz a las familias, posibilidad de estudiar a los jóvenes, servicios municipales de limpieza y transporte permanentes… El comisionado Jaime Bretón trabaja continuamente con su arma más eficaz: la denuncia pública. La Fundación Alalá promueve la integración a través del flamenco, particulares como Maruja Vilches se vuelcan con los alimentos, las parroquias y las Cáritas son modélicas…

Pero hoy toca reclamar la luz, porque hay una Sevilla oscura que provoca nuestro sonrojo ahora que entramos en los días de la brillante primavera. Una Sevilla que también merece el olor a azahar. Hágase la luz en el Polígono Sur y tengan una vida digna los buenos sevillanos que allí habitan.