Los porteros y conserjes de Madrid llevan 20 años con el mismo sueldo: "Nos están olvidando"

Madrid

Lo primero que Luis hace cada mañana es recoger los cubos de la basura, que yacen en la calle desde la noche anterior. Los mete dentro del edificio y se pone manos a la obra con la limpieza. Empieza por el portal y sigue hasta el último relleno de un pequeño bloque de vecinos, ubicado en las entrañas del castizo barrio de Chamberí. Luego revisa las calderas, se asegura del buen funcionamiento de los ascensores y dedica, la mayor parte del tiempo, a velar por el bienestar de los inquilinos. Una rutina de ocho horas diarias que lleva haciendo más de tres décadas. Y por la que, desde hace 20 años, cobra el mismo salario.

Los empleados de fincas urbanas madrileñas, que entre porteros, conserjes, algunos jardineros y vigilantes de garaje suman alrededor de 22.000, llevan desde 2001 con el mismo convenio de trabajo. Tendrían que haber negociado una renovación hace años, pero en 2003 la Comunidad de Madrid disolvió la Cámara de la Propiedad, que era su patronal. La ausencia de este organismo ha perpetuado que su salario base se haya mantenido sin cambios significantes durante dos décadas.

"Ahora no tenemos con quien negociar y la Comunidad no nos da alternativa", critica Emilio, que también es portero en un bloque de vecinos situado en Gaztambide. Lleva más de 30 años en este oficio y denuncia que, con el paso del tiempo, se va encareciendo la vida mientras que han ido perdiendo poder adquisitivo y también derechos laborales. Mariluz, que a diferencia de sus compañeros es conserje, siente que las instituciones les han "olvidado". "Le decimos a la Comunidad de Madrid opciones para patronales y nos las deniega", asegura.

Fuentes de la Delegación de Trabajo se desvinculan de posibles responsabilidades en este conflicto y remarcan que ellos "no pueden inmiscuirse en la negociación de un convenio colectivo". Explican que su función debe centrarse en respetar "la autonomía de las partes" y en aclarar "las dudas de carácter legal a los interesados", como, insisten, han hecho hasta ahora. Los empleados son conscientes de las limitaciones que tiene este organismo regional, pero consideran que las instituciones pueden hacer más por ellos.

Un sueldo congelado

Actualmente el salario base de los trabajadores de fincas urbanas de Madrid es de 668 euros. A este sueldo hay que añadirle complementos, que varían dependiendo de varios factores: número de vecinos, de ascensores, presencia de caldera, etc. Los porteros y conserjes de edificios con todas o alguna de estas particularidades cobran más, mientras que aquellos que no dispongan de extras o tengan muy pocos ven reducidos considerablemente sus ingresos a final de mes. La mayoría de empleados, según denuncian, ni siquiera llegan, sumando todo, al salario mínimo interprofesional, fijado en 1.000 euros brutos mensuales repartidos en 14 pagas.

"Habría que subir el sueldo progresivamente. No pedimos que sean 1.000 euros. Sobre 750 u 800 euros ahora mismo estaría bien y así algunos compañeros, los que menos tienen, llegarían al salario mínimo", detalla Mariluz. Un incremento alrededor del 19% que tendrían que asumir las empresas contratantes que, principalmente, son comunidades de vecinos particulares.

No lo han pedido antes por miedo

Este es un problema que lleva años atormentado al gremio, pero los afectados reconocen que no se han atrevido a alzar la voz antes porque temían posibles represalias. "Hay mucha gente que tiene miedo de que les echen a la calle", confiesa Mariluz. Esta afirmación la secunda Emilio: "Sí, somos un poco cobardes". Además, todos ellos admiten que hay un acusado "individualismo" en el sector, porque existen multitud de empresas contratantes y esto complica la unión entre trabajadores. Por eso, insisten, se vuelve indispensable tener una patronal que los unifique. "Reivindicamos nuestro derecho después de más de 20 años. Ni más, ni menos", sentencia Emilio.