¿Es más peligroso un ataque nuclear o un agente biológico? El botón más destructivo que puede pulsar Putin no es el nuclear
El coronel retirado Luis Martín Otero, nos cuenta que una viruela provocaría una devastación similar a la de una bomba nuclear, y además, es más barato
¿Es más peligroso un ataque nuclear o un agente biológico?: el botón más destructivo que puede pulsar Putin no es el nuclear
Madrid
Estamos pensando en Putin y el botón nuclear, pero nos equivocamos, según uno de los mayores expertos de este país en amenazas biológicas, el coronel retirado Luis Martín Otero. "El miedo que tenemos es que los rusos, como tienen la cepa de la viruela, puedan desarrollar una variante y la puedan utilizar. Ahora mismo la amenaza que tenemos no es que apriete el botón nuclear, que es más bien para disuadir. Mi miedo está en que apriete el botón biológico o químico", asegura.
Usar un agente biológico tipo viruela contra el ser humano provocaría una devastación similar a la de una bomba nuclear - hay quien piensa que peor - pero sin embargo cuenta con una enorme ventaja: es muy barata, de hecho es conocida como el arma nuclear de los países pobres. El profesor de microbiología de la Universidad Complutense Domingo Marquina, dibuja una escala monetaria e imaginaria que va del 1 a 1.000: "El desarrollo de una arma nuclear supondría a lo mejor 1.000 euros, el desarrollo de un arma química podría suponer 4 ó 5 euros y el desarrollo de un arma biológica estaría al nivel de 1 euro como mucho, en realidad de céntimos". Unos céntimos y un laboratorio medianito con algunos conocimientos que hoy pueden estar incluso en Internet. Pero el profesor Marquina deja claro que a partir de ahí todo se complica. "Un cambio simplemente de la dirección del aire puede hacer que el ataque se vuelva contra el ejército o el grupo terrrorista que lo lance. Un arma biológica, a diferencia de una ataque convencional con una bomba, no es fácil dirigir", explica. Influye la humedad, la hora del día y hasta la radiación solar.
Los tratados contra las armas biológicas están para no cumplirlos
La infraestructura necesaria para producir grandes cantidades solo está en poder de los Estados, los mismos que firmaron el tratado por el que se comprometen a no investigar agentes biológicos para el ataque, pero sí para la defensa y ahí, justo ahí, es donde está el enorme y biológico agujero según subraya el coronel Martín Otero: "No vamos a desarrollar este tipo de armamento pero sí tengo que investigar vacunas, medicamentos, antibióticos por si soy víctima de un ataque. Esto y no firmar nada es lo mismo".
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Es decir, la misma investigación que sirve para hacer el bien, puede servir perfectamente para lo contrario, para el mal "sabemos que por ejemplo Rusia, EEUU, Inglaterra, Alemania o Francia tienen laboratorios específicos de detección de armas biológicas como nostoros tambien tenemos equipos de detección y laboratorios, pero España te puedo decir con toda seguridad que no desarrollamos la fase negativa. Sobre los otros países ni lo sabemos ni nos lo van a decir."
Agentes biológicos quimera
Los militares utilizan una clasificación donde se incluye una docena, pero pueden ser miles e incluso pueden ser inimaginables debido a la irrupción de la ingeniería genética. "Hay una gran cantidad de agentes biológicos que desconocemos porque todavía no están descubiertos. Hay miles de especies de bacterias e incluso la ingeniería genética puede elaborar un agente biológico quimera que tenga lo mejorcito de los agente que conocemos", resuelve el profesor de Microbiologia.
Por supuesto, aún más difícil es intuir siquiera cuáles son sus devastadores efectos, calcular el daño que pueden llegar a producir.
Una historia de más de 3.000 años
Dicen que es el arma más destructiva que ha conocido la humanidad, y una de las más antiguas, las armas biológicas existen desde hace más de 3.000 años.
Los hititas intrudujeron el hierro en la historia de la Humanidad y algo más: inauguraron la guerra biológica sin saberlo al introducir en las filas enemigas cadáveres de animales infectados con turalemia -una enfermedad infecciosa- Era un conocimiento empírico, una simple relación causa-efecto ya que desconocían qué ocurría entre una cosa y otra, pero su manejo no conocía fronteras como recuerda el profesor Marquina "incluso la famosa maldición de los faraones no era otra cosa que el interés de los sacerdotes egipcios por impregnar las paredes de las tumbas con esporas de aspergillus niger, con el tiempo esas esporas se deshidrataban y podían sobrevivir miles de años".
Los asirios envenenaban los pozos de agua. Algo de lo que tomaron nota griegos y romanos para usarlo en los asedios. Y así van pasando los siglos hasta llegar al ataque biológico que según algunos estudiosos -como el director del Instituto Canario de Bioantropología Conrado Rodríguez-Maffiotte Martín- es el origen de la pandemia más devastadora de la Historia: la peste negra. Estamos en el año 1346, "al morir los soldados tártaros enviaron con catapultas los cadáveres al interior de la ciudad conscientemente para que los cristianos murieran del hedor, según la frase literal que ha permanecido". Pero los cristianos lo que hicieron fue huir y llevar la peste negra desde Crimea al corazón de Europa. ¿Resultado? 50 millones de muertos.
El doctor Rodríguez-Maffiotte aclara que en un mundo que no era global las enfermedades contagiosas se extendían gracias a grandes movimientos humanos que entonces los provocaban principalmente las guerras y las hambrunas.
Los españoles lo intentaron sin éxito
Corría el año 1495 y según el director del Instituto Canario de Bioantropología el sistema usado para causar un mal biológico era completamente defectuoso: "Algo imposible de causar problemas. Mezclaron vino con sangre de enfermos de lepra pero la lepra es una enfermedad que es muy difícil que se contagie".
En el capítulo de vilezas extremas y documentadas, los ingleses regalaron como gesto de paz mantas infectadas con viruela a los indios americanos. Estamos en el siglo XVIII cada vez más cerca de las guerras que enfrentaron al mundo entero.
Guerras Mundiales y tratado
Durante la primera Guerra Mundial se desarrollaron programas de guerra biológica pero más con el fin de atacar al ganado antes de que los caballos fueran sustituidos por carros de combate. Durante la segunda Guerra Mundial todos los países alimentaron estos programas pero fue Japón quien lo llevó a sus extremos más brutales según el doctor Rodríguez-Maffiotte "llegó a bombardear con peste ciudades chinas. Desarrolló campos donde frabricaron a miles bombas con patógenos que podían ser mortales. Intentaron envenenar pozos y usaron agentes contra prisioneros de guerrra, cosa que estaba prohibida y que por supuesto sigue prohibida."
Con un buen programa de armas biológicas ya desarrollado, en 1970 el presidente norteamericano Richard Nixon renuncia de manera expresa a la producción, almacenamiento y empleo de estos agentes. Dos años más tarde buena parte de los países del mundo firman un acuerdo que parecía iba a librar a la humanidad por fin de este tipo de armamento pero sólo parecía.
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Toñi Fernández
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