La Pascua de Aranda recupera a su ángel
Ana Maté del Pozo es la niña que protagonizará la Baja del Ángel 2022 tras dos años sin esta ceremonia por causa de la pandemia
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Aranda de Duero
Aunque todos los años tienen 365 días o uno más si es bisiesto, los casi tres años que han pasado desde el 21 de abril de 2019 han durado una eternidad. En este tiempo se han vuelto a celebrar dos Semanas Santas, pero la pandemia no ha permitido ni compartirlas ni admirar de ellas sus ritos y celebraciones, tradiciones, imágenes y una veneración pública profunda, en definitiva todo lo que hizo que la Semana Santa arandina haya sido declarada de Interés Turístico Regional. Dos años seguidos de ausencias de pasos en las calles y silencios más clamorosos que algunos gritos, de cornetas y tambores, capuchones y cofrades. Y dos años de ausencia del ángel anunciando a María la Resurrección de Cristo. Así que tras dos años de ausencia el ángel emisario de la Buena Noticia volverá este año a la Plaza de Santa María el Domingo de Resurrección. Y este querubín tiene cara y nombre: se llama Ana Maté del Pozo, tiene cinco años y medio y estudia 3º de Educación Infantil en el colegio Claret de Aranda.
Será quien se suba al cajón incrustado en la fachada de la Iglesia de Santa María, se introducirá en el globo que lentamente se deslizará bajo el cielo arandino y sobre las cabezas de los fieles hasta situarse justo encima de la imagen de la Virgen envuelta cabeza y busto con un velo negro de luto. Ana ya sabe lo que pasará en ese momento, cuando el globo se abra en dos: caerá el confeti multicolor, y tendrá que dejar volar a las palomas, porque necesita manos y pies para otra cosa.
Con apenas tres años cumplidos a Ana ya le llamaba la atención la figura del ángel y pedía a sus padres poder subirse al globo y vestirse. A sus padres no les resultó extraño: desde antes de que naciera la niña parece haberse encontrado bajo la protección de la Virgen de las Candelas, cuya Cofradía es la organizadora de la Bajada del Ángel. Pese a su corta edad y pese a que, de sus cinco años, la pandemia le ha robado dos bajadas, Ana atesora ejemplos de otras niñas a las que quiere emular este domingo. Sus padres han conseguido inculcarle el amor por las tradiciones de su pueblo que los mayores han conservado y transmitido.
Ana ya ha ensayado su “vuelo” tres o cuatro veces en el polideportivo, sobre unas colchonetas y con muñecos de peluche sustituyendo a las palomas. Pero su gran día será este domingo. El suyo y el de toda la villa arandina que recuperarán con ella la ilusión de una de las tradiciones más queridas de la villa, con la que se hace más visible la alegría de la Resurrección.