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El Eintracht crucifica al Barça

Los alemanes invaden las gradas y el césped del Camp Nou con un 2-3 que mata la ilusión del proyecto europeo azulgrana

Ferran Torres y De Jong se lamentan del 0-3 del Eintracht / David Ramos

Horas antes del partido, se sentía un aire extraño en Barcelona. Más de 30.000 alemanes invadieron la ciudad empujados por el partido más importante de la historia reciente del Eintracht Frankfurt. Pero era impensable imaginar que el fenómeno fuese a inundar las gradas del Camp Nou de blanco, que el himno fuese a ser pitado en su propia casa, como si el padrenuestro fuese mancillado en Jueves Santo. La afición germana se convirtió en mayoría y convirtió al Camp Nou en una réplica del Deutsche Bank Park. El Eintracht se sintió como en casa y salió como si estuviera en ella, con el cuchillo bien afilado tras el 1-1 de la ida. El Barça, que pasó a ser víctima del escenario, salió tan desconcertado como el culé que miraba a su hogar como un lugar hostil que fue testigo de su debacle. Institucional y futbolística. En plena Semana Santa, los azulgranas podrían haber continuado su camino hacia la resurrección, pero optaron por la penitencia. Y el Eintracht le crucificó.

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El camino hacia la cruz

Entre el desconcierto, Eric García volvió a teatralizar sus dudas dentro del área. Con tan sólo dos minutos de juego, el central cometió penalti por un agarrón sobre Santos Borré. Kostic engañaría a Ter Stegen para desatar la locura en el estadio. El Eintracht no desatendió a sus transiciones mientras se esmeraba en atinar la presión sobre Busquets, Pedri y Gavi, que como en Alemania, no podían girarse ni armonizar el engranaje. Sin su continuada presencia, el Barça andó perdido por el partido, con Dembélé como el único clavo al que aferrarse. El francés intentó rascar desde la banda, en inferioridad numérica frente a dos o tres rivales contra los que se lanzaba en solitario. Pero sus intentos morían fruto de su propia soledad.

El Eintracht no dejó de golpear la moral del Barça. Anulándolo y castigándolo, haciéndolo temblar con cada llegada a la frontal. Entre los titubeos, Lucas Borré sacó un zapatazo de su pierna derecha con una violencia desmedida que rompió la red de Ter Stegen. Araujo le dejó encarar y el colombiano tuvo el tiempo para pensar y romper la eliminatoria con el 0-2. El Barça ya había sido condenado. Salió con vida de la primera mitad, pero le esperaba un largo camino hacia la cruz. Lo tendría que hacer sin Pedri. El canario se llevó la mano a los isquios de su pierna izquierda y su partido se acabó camino de vestuarios. Un latigazo de los que duelen.

Un triste final en Europa

Frenkie De Jong suplió a Pedri, pero la supervivencia del Barça pendía de la inspiración de Dembélé. El francés, aislado, encaraba sobre una grada de animación en plena huelga. Los hinchas culés vaciaron durante diez minutos su asiento fruto de la inaudita escena que vivía el Camp Nou. Pero ni ese grito de protesta contra el esperpento levantó al equipo de Xavi. Aubameyang tuvo debajo del palo el 1-2, pero el ariete, tan desdibujado como sus compañeros no logró embocarla. Ni Adama ni Dest ni Luuk De Jong ni Memphis cambiaron las cosas. El Eintracht seguía siendo dueño y señor de la eliminatoria. Sin respiro, sin pase, metro ni contragolpe regalado. En su superioridad, decidió matar.

El noveno de la Bundesliga se dedicó a desnudar a una zaga azulgrana desamparada sin su jerarca de apellido Piqué y de nombre Gerard. El 0-3 llegó a falta de 20 minutos, dejando una larga penitencia sobre el verde. Kostic culminó uno de los múltiples ataques que conectó el Eintracht con un disparo cruzado que certificó la crucifixión del Barça en Europa. Busquets voleó para el 1-3. Memphis transformó un penalti desprovisto de épica posible en el minuto 100. Una tirita sobre el caudal de sangre que salía del cuerpo azulgrana.

El FC Barcelona quiso creer cuando ya estaba subido a la cruz. El Eintracht le clavó tres estacas para enterrar su temporada, su ilusión y la resurrección de su proyecto. El título llamado a reconducir el futuro quedó en un simple anhelo en cuartos de final. Un batacazo futbolística y extrafutbolísticamente. Una muerte al curso 21/22 en Jueves Santo, en su casa, frente 'a su gente' y en 'su título'.

Juan Antonio Requena

Juan Antonio Requena

Estudiante de periodismo. Antes en Diario AS. Ahora aprendiendo en SER Deportes

 
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