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Alicia Giménez Bartlett: "La corrupción es tristemente inspiradora para escribir un libro"

'La presidenta' es el último libro de la gran dama de la novela negra. Una novela policíaca inspirada en la muerte de Rita Barberá y en la corrupción política en la Comunidad Valenciana

Alicia Giménez Bartlett: "La corrupción es tristemente inspiradora para escribir un libro"

Alicia Giménez Bartlett: "La corrupción es tristemente inspiradora para escribir un libro"

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El 23 de noviembre de 2016 la exalcaldesa de Valencia, Rita Barberá, aparecía muerta en un hotel de Madrid, días después de haber declarado en el Supremo por la corrupción que rodeaba a su partido. Este hecho inspira 'La presidenta' (Alfaguara), la nueva novela de Alicia Giménez Bartlett. Vita Castelá, presidenta de la Generalitat valenciana, aparece muerta en un hotel de Madrid, a horas de declarar en el Supremo por un caso de corrupción que rodea a su partido. Castelá no muere de un infarto, como Barberá, Castelá ha sido asesinada.

Antes de empezar la lectura, Giménez Bartlett advierte al lector: "Aunque algunos elementos de esta novela se inspiran en la realidad, la autora ha dado rienda suelta a la imaginación mediante unos personajes y una intriga de ficción, que no se corresponden en ningún caso con personas ni hechos reales".

P: Sin embargo, la descripción de Vita Castelá desde la primera página se corresponde con un personaje real, la exalcaldesa de Valencia. Y hay personajes y situaciones a lo largo de la novela que, de alguna manera, ya hemos visto en la política de aquellos años. ¿Dónde está la línea de separación entre lo que te ha inspirado de la realidad y la ficción?

La realidad la conocemos todos, porque apareció en los periódicos y se contó con bastante detalle. Tú te inspiras en cosas, pero luego en la ficción se le dan mil vueltas y acaba siendo distinto a como lo ven tus ojos o los ojos de los demás. En el caso de Vita Castelá, es un personaje que se basa en algún tipo de política valenciana, que era un personaje por sí mismo, por sus circunstancias. Me extraña que nadie lo hubiera tocado aún, pero estoy convencida de que habrá más interpretaciones sobre esta política. Ahora, lo de la corrupción del PP en aquellos años en la Comunidad Valenciana, está tomado de la cruda realidad y contado tal y como sucedió.

P: En estos últimos años vamos de sobresalto en sobresalto, la política ha mostrado cada vez más su oscuridad, lo que llamamos sus cloacas. Han pasado muchas extrañas coincidencias y hechos en torno a los casos de corrupción. ¿Qué te impactó de este hecho en concreto para empezar a escribir?

Me impactó que una política con poder sea abandonada por los miembros de su partido, los que eran sus compañeros. Luego ha habido más ejemplos, con Pablo Casado, esa soledad cuando uno se va de la política. Te adoro cuando estás en el poder, te olvido e incluso te ataco cuando vas a salir de él. Eso me impactó.

P: Al principio los personajes, a todos, se les pasa por la cabeza lo que muchos pensamos: ¿y si se la han cargado para que no cante? No sabemos si es así o no, hay que leerlo, pero qué bien conecta con las conspiraciones que tanto nos gustan, "el culebrón" que se dice en un momento del libro.

Eso sí que es todo ficción. Yo no sé si Rita fue asesinada o si realmente murió de un infarto. En cualquier caso, para la novela tiene que estar asesinado el personaje, porque si no, no hay novela negra, me quedo sin material.

P: De resolver el caso se encargan las hermanas Berta y Marta Miralles, dos jóvenes policías, recién entradas al cuerpo, es su primer trabajo. Son novatas, son ingenuas, son divertidas y son dos chicas feministas, como Petra Delicado, que se enfrentan al patriarcado. A ese machismo y paternalismo en el cuerpo de policía, en la justicia, en todo. ?Qué hay de Petra en ellas, cómo has construido estos personajes femeninos que se empoderan?

Bueno, Petra Delicado ya es una mujer experimentada, una policía con un pasado y vital también. La biografía de Petra no es la biografía de estas dos jóvenes inspectoras. Pero, al final, un escritor siempre escribe el mismo libro. ¿Qué elementos hay en este par de policías? Humor, observación de la vida, circunstancias personales. Tiene los mismos componentes personales y, al mismo tiempo, son diversos, no tienen la experiencia de Petra, que ya es una mujer de armas tomar.

P: Pero siguen siendo mujeres feministas y una novela muy feminista

Sí, más inconscientes que Petra Delicado. Petra pertenece a una generación en la que se tenía que luchar por ello. Este par de chicas creen que todo el monte es orégano y luego se dan cuenta de que no es así. Pero tampoco son feministas radicales. Simplemente creen que esos derechos los tienen y los ejercen.

P: Disfrutas con ellas , son muy diferentes entre sí, su forma de pensar, de comer, de enfrentarse al mundo, pero muy parecidas al final. Me ha resultado muy enternecedor el proceso y lo que buscan al final. Cada familia es distinta, no es algo generalizado, pero muchos al final lo que buscamos, en un momento dado de nuestra vida, es la aprobación de nuestros padres, que se sientan orgullosos de nosotros.

Es cierto. Valencia, aunque es una ciudad y una comunidad que ha crecido muchísimo y que es industrial, tiene una raíz y una base agrícola. Los padres de estas dos chicas viven en Cálig, un pequeño pueblo de la provincia de Castellón. Se dedican a la agricultura y han infundido a sus hijas una serie de valores: el ser confiado con la gente, amable, el recibir a un extranjero o forastero en tu casa. Ellas aplican, sin darse cuenta, ese tipo de filosofía. Y al final, quienes han influido en su carácter, para ellas son importantes. Y es importantísimo que estén orgullosos de ellas, sobre todo porque nunca esperaban que se hicieran policías los pobres padres.

P: Es también un retrato de la precariedad. Son dos mujeres jóvenes, sí, pero que ya superan los 30. No pueden ser del todo independientes, no tienen libertad económica y sin libertad económica no hay feminismo. Si quisieran ser madres, no podrían planteárselo. Es su primer trabajo, no han cobrado su primer sueldo y lo primero en lo que piensan es en ropa. Una generación de hoy, con menos expectativas que la de sus padres.

Sin duda. Por lo que oigo y veo, el que hagas una carrera y esperes tener éxito, eso ha pasado a la historia. Ahora es un día a día, hay que sentirse contentísimo por tener trabajo, si te pagan ya es maravilloso, se lo recuerdan a los jóvenes. Es una época difícil y este par de chicas lo refleja.

P: Hay una radiografía también brutal de Valencia y aquellos años. "¡Corrupciòn a paladas!", se exclama. Aparece el simbólico barrio del Cabanyal, y agradeces al final del libro a un amigo y colega, Salva Alemany, por haberte ayudado a conocer mejor Valencia. ¿Cumple Valencia con esos estereotipos?, ¿te ha cambiado la forma de verla después de escribir 'La presidenta'?

Yo conocía bien Valencia porque estudié toda mi época universitaria en Valencia, pero me hizo falta Salva Alemany, que es un gran conocedor y me dió pistas concretas de escenarios que lo requerían. Valencia no es solo corrupción y malos modos. Me acuerdo que en esa época de corrupción generalizada en el PP, yo estaba en Barcelona y me decían: jo con los valencianos, a ti que te gustan tanto, cómo son. Yo pensaba, no son así. Estamos pasando por una época en la que se ha generado eso y nadie parece que pueda acabar con ello, pero Valencia tiene algo muy positivo, que es el hedonismo. La alegría, las ganas de vivir. Todos los tópicos puñeteros son verdad. Yo vivo ahora en un pequeño pueblo de la Comunidad Valenciana y veo a la gente muy mayor, dos ancianos, que se encuentran por la calle y uno le dice al otro: che, com anem, cómo andas. Y el otro contesta bé y avant, bien y adelante. Ese adelante es general en Valencia, el tomar una cerveza al Sol y que todo el mundo diga qué placer, qué gusto. Ese hedonismo, que es tan positivo, a mí me encanta y me ayuda a vivir.

P: ¿Con estas dos agentes inicias una nueva saga? Porque seguimos rodeados de casos de corrupción, espionajes, comisionistas, desapariciones, tramas... la política es muy inspiradora, no sé si estás pensando o trabajando en algo próximo.

No he pensado en una continuación, sinceramente. Además, eso es trabajo del periodismo. Tiene que tener otros componentes. Si cuentas las cosas tal y como son, al final no hay novela. Aquí el personaje central, la víctima, era básica e inspiradora. Y luego la corrupción es tristemente inspiradora, pero la conocemos muy bien, día a día, gracias a los periodistas.

P: Dice el director de la Policía Nacional, Juan Quesada, que no sabe en qué consiste ser un buen policía. Tú sí lo sabrás, con tanta novela policíaca.

Yo que sé (se ríe). Creo que un buen policía es el que cumple órdenes, es así aquí. El que tiene un lado humano, capaz de comprender a la gente y un buen policía es el que nos ayuda a la sociedad. Para eso sirve un policía, para ayudar.

P: Nunca sabremos lo que Vita hubiera declarado, porque, como dices, los muertos no hablan. ¿Siguen reinando cabrones como Enrique VIII, sigue siendo el poder tortuoso y corrupto, como escribes?

(Se ríe). Es muy shakespereano eso, me encanta. Hoy es todo tan discreto, que no da para escenas tan cinematográficas. La gente no se mata a cuchilladas, el rey se limita a huir a Dubái. Son cosas más civilizadas, pero la parte tortuosa del poder existe. Sobre todo, en la mente del poderoso, el ansia de poder es más peligrosa que el ansia de riqueza o de vivir bien. Lo estamos viendo en la guerra en Ucrania. ¿Qué es lo que lleva al presidente ruso a seguir adelante? A veces pensamos que es la geopolítica, como decís ahora, pero pienso que puede haber también condicionantes mentales, oscuros, que le hacen obrar en ese sentido. Y eso es terrible.

P: La gran dama de la novela negra española, de la novela policíaca. Cómo llevas las etiquetas.

(Se ríe).

Eres una leyenda...

Espero ser una leyenda viva. Supongo que mis compañeras más jóvenes dirán, jopé, ya está aquí la dama negra, qué paliza. Yo recuerdo... ¿se pueden decir tacos en este programa? (Le damos permiso). Recuerdo la primera vez que me lo preguntaron. Qué tal le sienta ser la gran dama negra. Y contesté: prefiero ser una dama negra, que una puta blanca. La periodista se quedó un poco alucinanda, pero me dan ganas de repetirlo a veces (se ríe).

 
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