"Estoy deseando quemarla en la hoguera de San Juan": las reacciones al fin de la mascarilla en interiores
Abrimos La Ventana a las diferentes opiniones de los oyentes. ¿Llevarán mascarilla en interiores a partir del miércoles?
La Ventana a las 16h | El miércoles dejamos de llevar las mascarillas en interiores, pero ¿La seguiremos llevando?
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Madrid
El miércoles acaba la obligatoriedad de llevar mascarillas en interiores, salvo en casos concretos como en el transporte público, centros sociosanitarios o situaciones que pongan en peligro a personas vulnerables. Tras más de dos años con la mitad de la cara tapada, ¿cuánta gente va a dejar de llevarla esta semana y cuánta gente seguirá con ella, aunque no sea obligatoria?
No más mascarillas
Algunos, como Pedro, de Gijón, y con 18 años, lo tienen claro: “No me la pienso ni bajar a la calle. Si la puedo incinerar en la hoguera de San Juan este verano mejor todavía. Cuando se morían mil personas al día sí que nos servían un poco, peor ahora ya creo que va tocando quitarlas”.
Como estudiante de bachillerato, cuenta que hay profesores a los que “casi no les he visto la cara”, y algunos compañeros que tampoco “sabemos ni qué cara tienen”. En su clase, como en todas a lo largo y ancho del país, los estudiantes “tenemos el síndrome de la cara vacía”.
“La verdad es que estoy deseando quemarla en la hoguera de San Juan", ha dicho Pedro. Con quien ha coincidido Paqui, de Salamanca, que ha contado cómo está deseando que llegue el día: “Estoy deseando quitármela, harta es poco lo que estoy de la mascarilla. Tengo apuntado en mi agenda en letras grandes el miércoles ‘YA PUEDO QUITARME LA MASCARILLA’. Para mi es molesta, aunque la he llevado desde el principio como todo el mundo”.
En el trabajo
En el lugar de trabajo, las opiniones distan según en el empleo, aunque mayoritariamente se mantendrán si hay contacto con clientes. Es el caso de María José, profesora de formación vial en una autoescuela: “Voy en un coche, no guardo distancia de seguridad con los alumnos, vienen todos vacunados, llevamos ventanas abiertas, pero por precaución”.
En su caso, además, juega un papel la enfermedad: “Convivo con un diabético soy alérgica y asmática. Sí tengo ganas de quitarme la mascarilla, pero en mi trabajo la voy a seguir llevando”.
También la llevará Roque, que trabaja junto con su hijo cara al público: “La voy a seguir utilizando por respeto a los demás y por respeto a mí mismo. He padecido COVID y mi hijo también, trabajamos cara al público y debemos un respeto al público, y además creo que es demasiado pronto para aventurarnos a sacarla así alegremente, creo que hay que pensar siempre en los demás”.
Dos años con la cara tapada dejan secuelas
Raquel es profesora de primaria en Pontevedra, desde donde explica que “la Xunta recomienda que la sigamos llevando en el cole, entonces las tendremos que llevar en el aula”.
Pero tras dos años de pandemia dando clase a menores, se enfrentan ahora a las consecuencias de que los niños hayan crecido con mascarilla: “Se han adaptado genial, pero también hay un montón de problemas de dicción, y eso es muy importante sobre todo en infantil y en primer ciclo de primaria, que exageramos mucho los gestos para que ellos vocalicen bien y eso se ha perdido”.
También Lourdes se enfrenta a un problema derivado del uso continuado de mascarillas por su hijo, de nueve años. Ella, explica, hará lo que indiquen los expertos: “Si antes nos decían que nos las pusiéramos nos las ponemos, si ahora nos dejan quitárnoslas nos las quitamos. Yo lo tengo bastante claro”.
“El problema”, ha contado, “lo tengo con mi hijo, que dice que sin mascarilla es feo”. Desde colegios e institutos se ha alertado de esta imprevista consecuencia de las mascarillas en niños y adolescentes, que como el hijo de Lourdes se niegan ahora a quitárselas por inseguridad: “Los niños han sido super responsables, porque estaban muy asustados. Una vez que ha pasado el susto al tema de la salud, tengo esto. Primero quitarles el miedo a la enfermedad, pero ahora ¿cómo hacemos para que se vean ellos a gusto con ellos mismos? Porque el problema es que no se ven a gusto con cómo son”.
¿Cambio gradual o repentino?
Natalia es enfermera y confiesa que, en su caso, va a necesitar adaptarse a esta nueva nueva normalidad a su debido tiempo: ”Yo necesito un poco el cambio gradual, me cuesta un poco. Lo he incorporado un poco, en ciertos sitios llevarla ya es un hábito”.
Opiniones diversas y problemas inesperados ante el fin de las mascarillas, que tras más de dos años de pandemia, quedan poco a poco relegadas de un lugar privilegiado en nuestro rostro a un bolsillo o un cajón, o incluso, como opinan algunos oyentes, en las hogueras de San Juan.
Paula García
Redactora en prácticas en La Ventana desde 2021. Previamente en la Agencia Efe en Madrid y Berlín, Alemania....
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