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Economia y negocios | Actualidad

Efecto dominó

La subida de los tipos de interés tras mantenerlos dos años cercanos a cero y el incremento de los precios de los alimentos y la energía, que están provocando que la inflación se dispare aún más, están poniendo en serias dificultades la viabilidad económica de muchos países, que comienzan a ver cómo no pueden hacer frente al pago de su deuda. Lo analizamos con Federico Steinberg, del Real Instituto Elcano, y con Íñigo Macías, de Oxfam.

Efecto dominó

Madrid

Los ministros de Economía del G20 se reúnen esta semana para abordar una situación económica en la que, ante la incertidumbre y los riesgos que actualmente afectan al crecimiento económico, el protagonismo recae sobre el temor a una crisis de deuda internacional. Las subidas de tipos de interés y el incremento de los precios de los alimentos hacen que el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial teman una cascada de quiebras internacionales ante la imposibilidad de pagar sus deudas. Mientras que Sri Lanka ya suspendió el martes la devolución de sus pagos internacionales, Pakistán y Egipto se perfilan como los siguientes países en la lista ya que –según el Fondo—el 60% de los países está en “riesgo de tensión financiera”. Una situación que podría perjudicar especialmente a China, país que se ha convertido en el gran prestamista global: los préstamos soberanos han saltado del 2% en 2006 al 18% en 2020 y los préstamos privados suben del 3% al 11%.

De hecho, a nivel global, y debido al incremento de gasto público en todos los países para hacer frente a la pandemia, el nivel de endeudamiento de los países, corporaciones y ciudadanos está en el 256% del PIB global, un nivel que no se había visto desde las dos guerras mundiales.

“En economía las cosas tardan en llegar y luego cuando se producen son mucho más rápidas de lo que uno se espera y es que nosotros llevamos básicamente dos años sorprendidos de que los países en desarrollo estén aguantando tan bien este aumento espectacular de la deuda, y aquello no llegaba, lo cual era muy buena noticia, pero estamos empezando a verlo, el primer caso es el de Sri Lanka. Hay que mirar país por país pero tenemos que estar preparados para que las instituciones multilaterales actúen para esto que es para lo que están diseñadas. Lo que pasa es que hay un problema con que China sea ahora uno de los acreedores más importantes de estos países, y no juega en el Club de París, digamos, que es el foro multilateral para gestionar o reestructurar los impactos de las deudas soberanas cuando llegan” explica en Hora 25 de los Negocios Federico Steinberg, investigador principal del Real Instituto Elcano.

Una situación que se agrava especialmente en los países de renta media y baja, donde el riesgo se sitúa en una crisis alimentaria. No en vano, en un comunicado conjunto el FMI, el Banco Mundial, el Programa de Naciones Unidas para los Alimentos y la Organización Mundial del Comercio han llamado a la comunidad internacional a que apoye “urgentemente” a los países más pobres, que son, explican, los que más están sufriendo el incremento de los precios de los alimentos, aunque apuntan que la amenaza empieza a extenderse también a los países de medianos ingresos.

El encarecimiento de los fertilizantes y la reducción de la oferta de alimentos, habida cuenta de que Ucrania y Rusia producen conjuntamente un tercio de las exportaciones mundiales de cereales, están detrás de esta crisis alimentaria que buscan frenar impulsando acciones coordinadas entre los países a través directamente de apoyo financiero, pero también de provisión de suministros de alimentos de emergencia o incrementando la producción agrícola. Y es que, aseguran, cada por cada 1% de subida de los precios, 10 millones de personas entran en el mundo en situación de pobreza extrema y solo entre febrero y marzo de este año, ese incremento fue del 12,6% según el índice de precios de los alimentos de la FAO. Una situación que también ha denunciado en su último informe Oxfam, “Tras la crisis, la catástrofe” en la que la ONG apunta que 263 millones de personas más podrían terminar este año por debajo del umbral de la extrema pobreza, lo que situaría el total en 860 millones de personas. "Es una realidad que puede empeorar. Lo que hemos visto es que, en muchos países, se combinan varios elementos que hacen que la situación sea muy difícil: además de la crisis de la pandemia y de los efectos que han supuesto para muchos países, se añaden en algunos países, como en África oriental, las sequías tremendas, y ahora también los efectos de la crisis de la escalada de los alimentos y de las materias primas energéticas, pero hay que pensar que son los hogares más pobres los que sufren especialmente por estas condiciones. Lo estamos viendo ya en muchos de los países y el riesgo es que, si no se toman medidas, puede empeorar para muchos hogares muy vulnerables ya" advierte Susana Ruiz, coordinadora de Justicia Fiscal para Oxfam en Hora 25 de los Negocios.