En el rodaje de 'La ruta': la revolución detrás de la fiesta en la Valencia Destroy

Valencia

Si hoy le preguntas a alguien por la Ruta del Bakalao, te hablará de drogas, de tuning, de polígonos y parkings, de maquineo y de Chimo Bayo. Ese es el relato que se generó en los 90 y ha quedado. La campaña mediática e institucional por los accidentes de tráfico y el consumo de estupefacientes en sus años finales vació de contenido todo un movimiento social y cultural que nació a principios de los 80. “Esa imagen es la de la resaca, estamos muy alejados del inicio de la movida valenciana que es historia de nuestro país, de la música y de la cultura, y que siempre se ha mirado desde un sitio muy negativo, muy oscuro y muy poco justo”, explica Borja Soler, creador de ‘La ruta’, serie de Atresplayer Premium con la que pretende hacer el camino inverso, de la oscuridad a la luz.

Él mismo como valenciano nacido en el 83 se dio cuenta hace un tiempo que no conocía realmente lo que supuso la Ruta Destroy. “Descubrimos un mundo cultural a muchos niveles, a un nivel musical, perforrmativo, de diseño y de moda”, añade Roberto Martín Maiztegui, cocreador y guionista de este proyecto que nació hace más de cuatro años y que ha ido tomando forma gracias a un profundo trabajo de documentación. El ensayo de Joan Oleaque ‘En éxtasis: El bakalao como contracultura en España’ y el podcast de Eugenio Viñas ‘València Destroy’, dos publicaciones que reivindican el legado de la ruta, le han ayudado en ese proceso junto a numerosas entrevistas con DJs, responsables de la discotecas de la zona y participantes en el movimiento.

“Queremos contarlo desde este prisma, ellos sienten que han sido muy maltratados por los medios. El pecado original fue en el año 93 aquel documental de Canal Plus y desde entonces todo lo que se ha contado ha sido bastante negro. La gente insistía en que no fue todo maquineo, que aquí se escuchaba muy buena música, música que se escuchaba en Frankfurt, Berlín o Londres. El primer concierto que dieron Stones Roses en España fue en Barraca en 1989. Cuando vas hacia atrás ves el interés cultural que había y además era algo que estaba montado fuera de la ciudad. Un movimiento juvenil, cultural y social tan bestia pasaba fuera de la ciudad, entre campos de arroz y la playa… se juntaban góticos, punk con gente de la huerta”, cuentan Soler y Martín junto a las otras dos guionistas de la serie, Clara Botas y Silvia Herreros de Tejada, en un encuentro con la prensa en Valencia durante el rodaje.

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La ficción narrará esos años a través de la historia de cinco amigos y con una estructura temporal inversa. Es decir, el relato empieza en el 93 y cada capítulo de los ocho salta dos años hacia atrás hasta llegar al año 81. “En la forma de contarlo oralmente ya había esa estructura implícita de un cuento hacia atrás, siempre salía esa idea de ‘este sitio no era así antes’… Nos daba pena centrarlo solo en un año, estábamos tan fascinados tras venir a hablar aquí con la gente que al final es como una novela con ocho capítulos”. Cada uno de esos cinco amigos representa un perfil de aquellos que participaron en los inicios de la Ruta. “Mi personaje tiene que ver con el núcleo de la amistad y la vertiente empresarial, de cómo se puede ser el manager de tu mejor amigo, el de los dos hermanos tiene que ver con la música como acto artístico y creativo, luego está quien solo quiere disfrutar de esto porque es una fiesta y punto, y quien se lo lleva a la creación visual, a la cartelería. Entre todos hay sinergias para representar las formas de encarar este movimiento”, interviene Ricardo Gómez, uno de los protagonistas.

Le acompañan en el reparto Àlex Monner, Claudia Salas, Elisabet Casanovas y Guillem Barbosa, todos encantados y entregados a esta inmersión en los 80. “Esta gente salía a bailar, a disfrutar, a vivir, no salía a pelearse. Por ejemplo, en el rodaje tenemos una figura que asesora en cómo se bailaba. Y la gente no llevaba la copa en la mano porque molestaba para bailar, la dejaban en la barra o donde fuera, nadie se la robaba o daba igual si luego no estaba. Había una cosa como de compartir, de buen rollo, de respeto, de diversión… Era un universo de posibilidades en una macrofiesta donde nadie te juzgaba”, analiza Salas, cuyo personaje encarna a la rutera profesional curtida en las pistas de baile de Barraca, de Chocolate, de Puzzle, de Espiral, de Spook…

“Hoy en día estamos lejos de esa conciencia colectiva, y es lo que más me inspira y me parece más transgresor. Era una generación con ganas de expandirse en colectividad, para mí eso es muy potente. Ahora me estoy dando cuenta de la semilla tan heavy que se sembró aquí”, añade Casanovas, una joven que representa la parte artística, de moda y diseño del movimiento. Monner y Barbosa interpretan a dos hermanos vinculados a esa revolución musical que surgía en las cabinas de las discotecas. “Los primeros DJs empezaron a mezclar temas aquí, importaban música de Inglaterra que no se conocía en otro sitio de Europa, había artistas súper pioneros. En Valencia pasó algo que no pasaba en otro sitio. Fran Lenaers, por ejemplo, mezclaba vinilos de forma experimental, tenía un estilo súper personal y se pasaba 18 horas pinchando”, cuenta entusiasmado el actor, convertido en todo un experto en techno tras conocer a los DJs, algunos presentes en el rodaje para ‘vigilar’ sus cabinas. “Están tan pendientes que Fran se ha llegado a colar en plano”, bromea. Su hermano mayor, al que da vida Guillem Barbosa, le introduce en ese apasionante mundo. “Los DJs son súper meticulosos, por ejemplo nos contaban que no bailaban mientras pinchaban o que se tenían que aguantar con el pulgar para poner la aguja en el disco. Todo lo que decían tenía que ver con la profesionalidad de ser DJ. Y la ruta no solo era la música, era todo un engranaje más luminoso de fiesta y cultura, significaba libertad, expresión, creación, nuevos horizontes”.

Ricardo Gómez, quien en el avance mostrado a la prensa aparece montado en un elefante -esto fue real y el animal era de Ángel Rey-, asume el papel de incipiente empresario que olfatea negocio en todo esto. “Es el pegamento de este grupo de amigos, es el amigo pesado, lo que es muy gustoso y muy cansado ser este tipo de amigo. En rodaje exige un nivel de alegría, de felicidad, de energía muy alto. Y luego en cuanto al fenómeno cultural, representa la parte menos artística y más capitalista. Capitalista no entendido como hoy, sino desde la inocencia de que se da cuenta de que hay dinero, y todo luego evidentemente se va pudriendo. Además, es un tipo que sale de su pueblo de recoger almendras con su padre, hace ese viaje a la ciudad y se da cuenta de que en una noche gana más que su padre en un mes. Representa a esa generación de la migración rural que se dio cuenta de que su vida sería distinta a la que sus padres habían imaginado y va descubriendo ese afán empresarial”.

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Esa fue otra de las cosas excepcionales de la ruta. Un movimiento que surgió fuera de la ciudad, en poco más de 20 kilómetros en discotecas situadas a las afueras, en el campo. “Creo que a la gente le va a sorprender la mezcla de ese entorno rural con la Albufera, los arrozales y la música electrónica, era un fenómeno apasionante de pueblo, en los pueblos estaba pasando algo que no ocurría en las ciudades”, destaca Roberto Martín Maiztegui. “Era un movimiento cero elitista, era peña que está probando, probando y probando, y como dice Joan Oleaque, ‘no molábamos nada pero hicimos como que molábamos y acabamos molando”, recuerda Monner. El reparto destaca el cuidado de cada detalle y el mimo en la producción con asesores de baile y música y las aportaciones de algunos de los protagonistas de la ruta, con los que el equipo de guion tuvo que hacer un trabajo de pico y pala para que superaran las reticencias iniciales. “Es un regalo, cuando haces época en los años 20, por desgracia, la gente que vivió eso ya no está aquí. Hemos tenido la suerte de que, por ejemplo, Clemente, el gerente de una de las discotecas, nos cuente y nos diga cómo eran las cosas. Eso, como actrices, nos ayuda muchísimo porque nos coloca en otro punto, en una situación más próxima a la verdad”, valora Salas.

El nacimiento de la Ruta Destroy tampoco se puede desligar del contexto sociopolítico y la serie narra 12 años clave para el país. De la España frágil de la Transición que se enfrentó al Golpe del 23-F en el 81 a la España del progreso de Felipe González que en los años 90 ya empezaba a dar síntomas de agotamiento. “Ese contexto está reflejado en la serie y afecta a los personajes, no solo en diálogos o anuncios de la televisión. Es una generación despolitizada donde no hay una lucha por un ideal, eso lo hicieron sus padres durante la Transición, ellos quieren algo que es político en sí mismo, crear un mundo propio, el suyo. Esa búsqueda de identidad de los personajes es también la búsqueda de identidad de un país. Gracias a la Ruta vamos viendo ese mar de fondo de cómo cambiaba España”, aportan los creadores.

Con este formato de ‘serie recordada’, como dice la guionista Clara Botas, la historia se adentra en la ruta como una celebración libre, abierta y democrática. En esa ecuación también hay espacio para la diversidad LGTBI+ en esa época y para mostrar un movimiento transversal sin, avisan los creadores, romantizarlo. Las drogas formaron parte de la Ruta también desde la experimentación. “Es un elemento más y no hay que negarlo ni taparlo, por parte de todo el equipo siempre estuvimos a una de no contar medidas verdades, al igual que el baile y la música, las drogas estuvieron ahí y el cambio de drogas hicieron el cambio en la ruta y en la música. Al principio la gente se drogaba con mezcalina y luego entra la cocaína y afecta a todo”, dicen Claudia Salas y Elisabet Casanovas mientras bromean con que también hay un raccord -coherencia en los saltos de planos- de ‘colocones’ que tienen que cuidar a la hora de rodar para que sea progresivo. El llamado sonido Valencia, como apuntan las actrices, también cambió por el uso de drogas y esto tenía que reflejarlo la ficción. “La música iba de la mano de la droga en cierto sentido, cuando toman más cocaína y pastillas, la música es más electrónica, más rápida y marcada. Todo eso forma parte del proceso musical que hubo”, añade Guillem Barbosa.

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La serie está producida por Atresmedia en colaboración con Caballo Films, responsable de títulos como ‘Antidisturbios’. Gran parte del equipo de esa ficción está trabajando en esta. Borja Soler, nominado a los Goya este año por el corto ‘Mindanao’, es socio fundador de la productora de Sorogoyen, y en este caso, ejerce de creador y también de director de varios capítulos. Para otros episodios, ha buscado a dos realizadores con una mirada propia, y Goyas a dirección Novel en sus casas, Carlos Marqués-Marcet (’10.000 kilómetros’ y ‘Los días que vendrán’) y Belén Funes (‘La hija de un ladrón’). “En cada capítulo hay una elipsis de dos años y va cambiando la época, los peinaos y los vestuarios. Tú vas rejuveneciendo con los personajes, hay una energía muy distinta y cambiante en cada capítulo. Cada episodio tiene un tono propio, el capítulo 1 no tiene nada que ver con el 3. Y con esa idea, pensamos que Belén Funes funcionaba muy bien para el 4 y el 5 y Carlos, muy bien para el 6 del 7”, dice Soler sobre el trabajo de sus compañeros. Precisamente, es Marqués-Marcet el que rueda en los baños de la Spook una escena entre Claudia Salas y Álex Monner durante la visita de prensa.

‘La ruta’ tiene previsto su estreno en Atresplayer Premium, la plataforma de Atresmedia, para finales de este año. Ya han superado dos tercios de un rodaje que finalizará en en cinco semanas, a finales de mayo, mientras en la sala de montaje trabajan de forma paralela con lo grabado desde el 24 de enero. Esta cara b del relato instalado y estigmatizado de la Ruta del Bakalao se suma a otras ficciones, como ‘Veneno’ por ejemplo, que revisan la historia reciente de nuestro país y recolocan en el imaginario a sus personajes y movimientos. “Los 90 fueron unos tiempos muy despolitizados en general, en la música, en el cine, y creo que desde hace unos años a esta parte estamos haciendo el ejercicio de mirarnos a nosotros mismos”, concluye Roberto Martín Maiztegui.