¿Y la inviolabilidad, estúpido?
"Sin dudar de su honorabilidad, si mañana este rey o su sucesora tuvieran las mismas tentaciones delictivas del emérito, no creo que pasasen los extractos al Tribunal de Cuentas y, en todo caso, tampoco podríamos juzgarlos", la polémica de Isaías Lafuente
Madrid
El rey Felipe VI hizo público ayer su patrimonio, el primer monarca español que lo hace. Hoy el Gobierno ha aprobado un decreto que contempla, entre otras cosas, que las cuentas de La Zarzuela serán auditadas por el Tribunal de Cuentas. Todo en nombre de la transparencia. No puede parecernos mal que la cuentas del Jefe del Estado sean conocidas por los ciudadanos que las financian con sus impuestos y fiscalizadas convenientemente. La pregunta sería por qué hemos necesitado tanto tiempo para adoptar una medida tan necesaria.
Y la siguiente pregunta es si estas iniciativas son suficientes para delimitar el campo en el que debería desenvolverse una monarquía democrática en el siglo XXI. Y la respuesta es no. Porque, sin dudar de su honorabilidad, si mañana este rey o su sucesora tuvieran las mismas tentaciones delictivas del emérito, no creo que pasasen los extractos al Tribunal de Cuentas y, en todo caso, tampoco podríamos juzgarlos. Así que habría que gritar a quien corresponda, y no es al rey, aquello de “¡es la inviolabilidad, estúpido!”. Y mientras eso no se toque, la transparencia estará empañada.