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'Odisea', el comienzo de la literatura occidental

Una obra emocionante que narra la historia del largo regreso de Odiseo a su palacio en Ítaca

'Odisea', el comienzo de la literatura occidental

'Odisea', el comienzo de la literatura occidental

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Con la 'Ilíada' y la 'Odisea' comienza la literatura griega, es decir, la tradición literaria occidental. La composición de las dos extensas epopeyas atribuidas al patriarca de la poesía antigua, Homero, puede situarse en el siglo VIII a. C. Tradicionalmente, y con buenas razones, se considera algo más antigua la 'Ilíada' y algo posterior, probablemente de finales del mismo siglo, la 'Odisea'.

Leer la 'Odisea' es una experiencia emocionante. Es una obra en la que podemos encontrar todo: aventuras, amor, pasión, inteligencia, sentimientos, dioses magníficos, monstruos terribles, sirenas y mitos que nos han construido. Te deja la sensación de que no quieres que acabe jamás. Como dijo Cavafis, "cuando vuelvas a Ítaca ruega que sea largo el viaje"

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Con la 'Odisea' la épica renueva sus temas, Homero deja de centrarse en las batallas y muertes heroicas y deriva hacia la narración de viajes y aventuras. La 'Odisea' se caracteriza por sus escenarios fabulosos y sus aires novelescos, y parece preludiar las ficciones realistas y fantásticas de la literatura "entre el cuento y la novela". El protagonista de la 'Odisea', que da nombre al poema, viene de la guerra de Troya y figuraba como un héroe destacado en la 'Ilíada'. La 'Odisea' es la historia de su largo regreso a su palacio en Ítaca, pero aporta muy interesantes referencias sobre los héroes y sucesos troyanos. La sombra de Troya y los guerreros muertos flota de cuando en cuando sobre la azarosa vuelta al hogar de Odiseo.

Un símbolo del viajero esforzado, errante y de talante fabuloso

La 'Odisea' apunta, tanto por la figura de su protagonista como por sus otros personajes y sus escenarios, una modernidad que no tiene la 'Ilíada'. La 'Odisea' compensa su menor densidad épica con su aire nuevo de variado relato de viajes y aventuras, con sus diversos tonos y múltiples escenarios y motivos. La palabra odisea ha pasado al lenguaje corriente para designar un viaje arriesgado y esforzado, y el nombre de Odiseo, o en su forma latina, Ulises, se ha convertido en un símbolo del viajero esforzado, errante y de talante fabuloso, que trata de volver a su patria pobre, de ahí que en todo relato de viajes pueda percibirse un eco del gran relato homérico.

En la 'Odisea' hay tres escenarios bien distintos: el de la guerra de Troya –que quedó atrás–, el de las aventuras marinas narradas por el propio protagonista y el escenario de ambiente realista de Ítaca. Esos tres escenarios corresponden a tres facetas de Odiseo: el guerrero iliádico, el aventurero marino y el rey que regresa a recobrar su hogar y a su mujer y vengarse de los pretendientes. Cada uno tiene su propio tono y su resonancia. Entre lo épico y lo novelesco se configura la peripecia de Odiseo (o Ulises, según su nombre latino). Entre el cuento, la épica y la novela se mueve Odiseo, cuya figura da unidad al relato.

Odiseo es un héroe singular, complejo, mucho más moderno que cualquier otro arcaico caudillo griego. Ya en la 'Ilíada' a Odiseo sus epítetos lo caracterizan como un guerrero de carácter singular. No lo adjetivan por sus dotes físicas, ni por sus armas, sino por sus dotes espirituales. Es "astuto, diestro en trucos, muy sufrido, muy inteligente, de muchos manejos". No es ya un joven héroe rubio y alto, sino un tipo de muchas experiencias que triunfa sobre los peligros gracias a su paciencia y su astucia. Para su viaje errante Odiseo cuenta con esa versátil inteligencia con la que sabe acomodarse y enfrentar los peligros y escapar de los monstruos y de las magas con astucia, paciencia y sutil manejo de la palabra. Odiseo une valor y audacia a su singular astucia. Por eso es el héroe preferido y protegido por Atenea.

Un selecto grupo de personajes femeninos

En la 'Odisea' hallamos un grupo muy selecto de personajes femeninos, que desempeñan un papel importante en la secuencia narrativa. Son figuras de mujer de diversa condición, pero todas ellas muy bien caracterizadas: Penélope, Helena, Circe, Calipso, Nausícaa, Arete y la vieja nodriza Euriclea. Cada una posee su propia personalidad y todas están presentadas con un notable respeto, y con una marcada simpatía. La atención que el poeta presta a esas figuras femeninas debe verse como un rasgo original del autor, que quiere urdir una intriga de nuevos tonos sentimentales. Esas mujeres acentúan la derivación de la épica hacia lo novelesco. Contribuyen a dar una tonalidad más humana y afectuosa a la historia, con algunos matices costumbristas o familiares.

Otro aspecto nuevo de la 'Odisea' es la atención que presta al mundo de los humildes. Cuando Odiseo llega a su tierra y se disfraza de mendigo para entrar en su propio palacio. Es acogido por el porquerizo Eumeo y reconocido en primer lugar, tras la emotiva escena con el viejo y moribundo perro Argos, por Euriclea, la vieja nodriza. El papel de los sirvientes en esa parte es muy importante. Junto a los fieles siervos, están los malos servidores, como el cabrero Melantio y las esclavas que se muestran complacientes en exceso con los pretendientes que asedian a Penélope. La queja de una triste sirvienta, agobiada en la noche en una de las tareas más duras del palacio, resuena como un grito singular en un canto épico.

Claudio Magris apuntó que "todo auténtico viaje es una odisea, una aventura, cuya gran pregunta es si uno se pierde o si se encuentra atravesando el mundo y la vida, si se aferra al sentido o se descubre la insensatez de la existencia. Desde los orígenes y desde aquel que quizás sea el mayor de todos los libros, la 'Odisea', literatura y viaje aparecen estrechamente vinculados, en una análoga exploración, destrucción y recomposición del mundo y del yo".

Este artículo contiene fragmentos del prólogo de Carlos García Gual a la edición de Alianza

 
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