Historia del corregidor Luis de Cerda, el defensor de la Mezquita
En 1523 publicó un bando en el que amenazaba de muerte a todo aquel que participara en las obras de construcción de la catedral en el interior de la Mezquita, impulsadas por el obispo Manrique. Nos cuenta su historia, Manuel García Parody
Historia de Córdoba. El corregidor Luis de la Cerda. Con Manuel García Parody
15:29
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
<iframe src="https://cadenaser.com/embed/audio/460/1652184599496/" width="100%" height="360" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>
Córdoba
Los corregidores "eran los representantes del rey en una ciudad durante el Antiguo Régimen, antes de la creación de los ayuntamientos como ahora los conocemos", ha explicado Manuel García Parody. "En Córdoba los hemos tenidos buenos y no tan buenos" ha apuntado el historiador, con el que hemos iniciado una serie de programas dedicados a sacar del olvido a algunos de los corregidores que han dejado una huella más profunda en la ciudad.
Luis de la Cerda, el corregidor que quiso evitar la construcción de la Catedral en la Mezquita
El 4 de mayo de 1523, el entonces corregidor de Córdoba, don Luis de la Cerda, promulgó un bando que pasaría a la historia de la ciudad. En un intento casi desesperado de evitar que el obispo Manríquez llevara a cabo su plan de levantar una catedral católica en el corazón de la Mezquita, de la Cerda hizo saber al pueblo de Córdoba que todo aquel que participara en dichas obras sería condenado a muerte.
"El bando tiene una lectura muy importante", señala Parody, "ya que se publica en una época en la no existía el respeto por el patrimonio que hay hoy en día". De hecho, "poco antes de su publicación, se había destruido la mezquita de Sevilla para construir sobre ella la catedral actual", ha añadido.
Ante semejante amenaza, el corregidor sale en defensa del edificio, "al que considera una señal de identidad de la ciudad. Y lo hace con el argumento de que "se está desfaciendo algo que es de calidad"; lo que en opinión de Parody constituye una actitud "verdaderamente ejemplar".
La amenaza de pena de muerte anunciada por De La Cerda fue contrarrestada por el obispo Manríquez que "decretó pena de excomunión a quien se opusiese a sus designios". Finalmente Carlos V medio en la polémica con la publicación de la conocida como la Provisión de Loja, "redactada por un burócrata de la corte" en la que pedía a ambas partes que rebajasen el tono de su enfrentamiento, "lo que fue interpretado por el obispo como que el rey le daba la razón", según Parody, y empezaron las obras.
La historia concluye en 1526 cuando se dice que durante una visita de Carlos V a la ciudad, el monarca se acercó a contemplar las obras que tenían lugar en la Mezquita, ante lo que exclamó: Yo no sabía qué era esto, pues no hubiese permitido que se llegara a lo antiguo; porque hacéis lo que puede haber en otra parte y habéis deshecho lo que era singular en el mundo. Sin embargo, Manuel García Parody cree que el emperador no llegó a pronunciar esas palabras. "Tengo en duda que incluso visitara una mezquita en obras". Y recuerda que la famosa frase de Carlos V no apareció recogida hasta un siglo después en una obra escrita por en canónigo Bernardo de Alderete.