"La virtud de Romerijo es haber escuchado durante 70 años al cliente"

Jerez de la Frontera

A mediados de los años cuarenta del pasado siglo, el matrimonio formado por Pepe Romero y Lolita Sánchez fue tejiendo sin saberlo uno de los negocios más prósperos de la historia de El Puerto de Santa María y de la provincia de Cádiz. El padre de Pepe había dedicado su vida a abrir mercados de pescados y mariscos por toda España y, aprovechando esa red de contactos, su hijo inició otro concepto de negocio novedoso al enviar el marisco ya cocido.

Con el género defectuoso que se apartaba, a su mujer, una persona con gran espíritu emprendedor, se le ocurrió venderlo al peso en el entorno del mercado de abastos. Durante unos años estuvo en un modesto puesto en el exterior de la plaza, hasta que reunieron el dinero suficiente para comprar en 1952 una casa en la calle Calvo Sotelo 3, actual calle Ganado. Allí trasladaron su vivienda y abrieron el primer cocedero de mariscos.

Con el tiempo, la idea de negocio de Lolita es la que ha procurado los mayores éxitos a la empresa familiar, que setenta años después alcanza ya la tercera generación, agrupa más de siete establecimientos abiertos al público entre El Puerto, Cádiz y Sevilla, y emplea a 110 personas fijas, que llegan hasta las 170 en temporada alta.

Olga Romero Sánchez, consejera delegada, cree que la clave para haber llegado a los 70 años "es haber escuchado siempre a nuestros clientes". Así, atendiendo a la demanda, apostaron por los freidores cuando este tipo de negocios fueron decayendo o dieron el salto a Sevilla, para que los clientes de los meses estivales pudieran disfrutar de sus productos todo el año. También hace treinta años fueron precursores en la venta online, por lo que la pandemia les pilló con los deberes más que hechos.

Este jueves ha pasado por los micrófonos de A boca llena, el espacio gastronómico de la Cadena SER en la provincia de Cádiz, Olga Romero, que es además hija de los fundadores de Romerijo.