Así es la cueva de la Victoria donde el homo sapiens ya mostró gusto por el marisco y 'pescaíto' hace 15.000 años
SER Málaga recorre el interior de la cavidad, que ya se pueden visitar bajo reserva y en grupos reducidos, y que supone un descubrimiento de la historia de la bahía malagueño en este enclave de Rincón de la Victoria
Málaga
Todas las evidencias científicas apuntaban que eran, sobre todo, recolectores y cazadores, pero un equipo de investigadores ha demostrado ahora que el homo sapiens ya mostró su interés por el marisco y el 'pescaíto' hace al menos unos 15.000 años.
Lo ha comprobado un equipo de investigadores españoles tras analizar los restos fósiles de la cueva de la Victoria, en la localidad malagueña de Rincón de la Victoria, donde han comprobado que aquellos humanos adquirían recursos marinos mediante técnicas de marisqueo, que practicaban el "rebalaje" para pescar y hasta capturaban mamíferos varados en la arena. SER Málaga ha recorrido las entrañas de esta cavidad (tal como se puede observar en el vídeo) y que desde hace pocos meses ya pueden visitar vecinos del Rincón de la Victoria y turistas bajo reserva. La exclusiva visita la realizamos junto al arqueólogo e investigador Pedro Cantalejo y el concejal Antonio José Martín responsable de las áreas de Turismo, cueva del Tesoro, Deportes, Juventud, cueva de la Victoria y villa romana de Rincón de la Victoria.
En grupos reducidos de diez personas, y bajo una experiencia espeleológica, se puede disfrutar del arte Paleolítico Magdaleniense hasta llegar a los enterramientos Neolíticos o el arte esquemático.
La empresa, Ardalestur, se encarga de las visitas guiadas del yacimiento prehistórico. Los guías de la experiencia, Pedro Cantalejo Espejo y Cristóbal Leal Valle explican que “la visita comienza en la emblemática La Cueva del Tesoro, en la gran sala de la Virgen, para visitar entre otros, la pintura del Ciervo. De ahí se inicia el camino hacía el Parque Arqueológico para introducirnos en la cavidad de la Victoria, con una bajada subterránea de tres metros y dar paso a la sala del dorsel”.
La Bahía de Málaga conserva en el acantilado del Cantal, una serie de grandes cavidades naturales que fueron refugio de los primeros grupos humanos durante más de cuarenta mil años. En total suman dos kilómetros de galerías que albergan pinturas y grabados del Paleolítico superior y Neolítico, así como un potente yacimiento arqueológico prehistórico.
La Cueva de la Victoria fue una concurrida cavidad funeraria del Neolítico. Hace unos 13.000 años se plasmaron las siluetas de varios individuos en una de sus galerías. Cada uno de ellos se posiciona de una forma diferente frente al otro en representación de los vivos, pues en el centro de aquella galería se situaban los restos de aquellos que fallecían.
La tipología antropomorfa es la más numerosa del conjunto de pinturas con 67 individuos representados. La mayoría de las figuras humanas se basan en un esquema simple que representa el tronco y las extremidades superiores.
Lo más llamativo y peculiar de este conjunto de motivos temáticos es la tonalidad que presentan. Se trata de un color que originalmente debió ser casi blanco, aunque en la actualidad ha virado a un tono más amarillo.
Los vestigios encontrados en La Victoria van mucho más allá de las pinturas. Numerosas piezas han sido recuperadas y hoy siguen expuestas en el Museo Arqueológico Nacional como uno de los principales referentes neolíticos de la península.
El resultado de las últimas investigaciones
Los resultados de la investigación, que se han publicado recientemente en la revista científica Heliyon del grupo Cell Press, se suman a los que ya se han publicado durante los últimos años y que revelan la importancia de las cuevas paleolíticas del sur de la península Ibérica, en las que se han datado las pinturas rupestres más antiguas del mundo (de hace unos 65.000 años) -en la cueva malagueña de Ardales- y por las que pasaron numerosas culturas antiguas durante casi 60.000 años.
Los restos ahora analizados corresponden al paleolítico tardío, al periodo Magdaleniense (hace unos 15.000 años) y son en su mayoría herramientas de piedra y objetos de adorno, además de restos humanos y animales que han ayudado a los investigadores a comprender las estrategias de subsistencia de los habitantes de esa cueva en aquella época y a compararlas con los pobladores de otras áreas.
Continuando las pesquisas que ya inició hace cincuenta años el arqueólogo Francisco Javier Fortea -ya fallecido-, investigadores de varias universidades españolas (de Salamanca, Valencia, País Vasco y de la UNED), del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) han demostrado ahora que la base proteínica de la dieta mediterránea estaba ya en pleno funcionamiento durante el paleolítico en la bahía de Málaga.
Más información
La aplicación de modernas tecnologías les ha permitido profundizar en la interpretación de los restos arqueológicos y el arte rupestre de esta cavidad, consolidada como un laboratorio "excepcional", según los investigadores, para conocer las costumbres de las poblaciones paleolíticas del sur de Europa.
Así, este trabajo ha permitido demostrar que mientras en el resto de Europa el Homo sapiens -hace 15.000 años- basaba su dieta en el reno o el bisonte, en la Costa del Sol ya había incorporado el pescado, el marisco o la carne de conejo.
Los arqueólogos, como Pedro Cantalejo, han observado que el humano del Paleolítico era "cazador, recolector y pescador", pero su faceta como pescador era poco conocida, por lo que la colección de fauna marina hallada en el interior de la cueva es especialmente interesante.
"Comían marisco y todo tipo de pescado" Pedro Cantalejo, arqueólogo
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Recuerdan que muchos de los restos que se habían extraído de este yacimiento permanecían en la Universidad de Salamanca como elementos "secundarios" de otros grandes hallazgos, pero han cobrado ahora un nuevo valor ecológico y cronológico. Esta cavidad está situada a solo 70 metros del nivel del mar y alberga un doble yacimiento -arqueológico y artístico- y en sus salas y galerías se conservan numerosos vestigios de las dos grandes etapas prehistóricas (Paleolítico y Neolítico).
Los científicos que han trabajado en la zona y que han analizado ahora los restos arqueológicos depositados en la Universidad de Salamanca desde hace décadas han corroborado que algunas salas estaban vinculadas con ocupaciones humanas paleolíticas y otras habrían servido como depósitos funerarios durante el Neolítico.
Y sus paredes reflejan también esa transición, con pinturas (manos y fauna) características de la época paleolítica y el arte rupestre propio de la fase neolítica (representaciones humanas esquematizadas), que convive en la Cueva de la Victoria con restos humanos. Los análisis que se han realizado han permitido a los investigadores determinar que el "sapiens" incluyó en su dieta a finales del Paleolítico -hace entre 13.500 y 15.000 años- varios tipos de peces (sargo, dorada o breca), moluscos (concha, berberecho, viera, mejillón o coquina), crustáceos (varios tipos de cangrejo) y mamíferos marinos (delfín y restos de la piel de ballena), además de varios animales terrestres (conejo, cabra, caballo, ciervo o jabalí).
Solo tres especies llegaron a la cueva como fauna "no cazada" o recolectada (un zorro, un lince y un reptil tipo lagarto), lo que según los investigadores demuestra que los habitantes de la zona aprendieron a aprovechar los recursos naturales de dos ecosistemas muy próximos y favorables para la alimentación: los montes de Málaga y la costa.
Insisten los expertos en que las cuevas de Rincón de la Victoria han sido siempre especialmente importantes para los investigadores, pero ese interés se ha disparado en la actualidad debido a la disponibilidad de modernas tecnologías "y al cambio de mentalidad de la generación actual respecto al medio ambiente y a la relación de los humanos con un espacio privilegiado".
Jesús Sánchez Orellana
Director de contenidos de SER Málaga. Cubre además la información turística para la Cadena SER en Andalucía....