Ojo con la moderación

Córdoba

Juanma Moreno es un tipo simpático. De eso no cabe la menor duda. Es esa clase de hombres que no descuadra el gesto ni aunque le pilles el dedo meñique con el quicio de la puerta. Y eso hoy día es un valor político de primer orden. Sobre todo en estos tiempos turbulentos en que la tierra se abre bajo nuestros pies un día sí y el otro también. El bueno de Juanma ha construido su fortaleza sobre dos palabras evanescentes. Eficacia y moderación. Dos vocablos que lo mismo sirven para un roto que para un descosido. Dos píldoras estupefacientes que penetran en el cerebro con la fuerza sedante de la dopamina.

Pero ojo. Uno puede multiplicar las derivaciones a la sanidad privada y redoblar las pólizas de seguro médico con indiscutible eficacia. O encoger la educación pública en cinco puntos porcentuales para transferirla a la concertada en solo tres años y medio. Todo, eso sí, moderadamente. Con amabilidad y exquisitos modales.

El señor Moreno es un tipo simpático. Ya lo hemos dicho. Lo mismo de simpático que hace tres años y medio cuando despeñó a su partido por el peor resultado de su historia. ¿Qué ha pasado en este tiempo para que aquel yerno bonachón se haya convertido en un líder carismático de toma castaña pilonga? Cualquiera sabe. Los flujos electorales se mueven, a veces, empujados por corrientes emocionales que no son capaces de descifrar ni en Cuarto Milenio. Aunque ahora vengan los politólogos con su aritmética de andar por casa y su proverbial capacidad de predecir el pasado.