Elecciones en rebajas

Jerez

Si a algún partido le interesa saber por qué más del 40% del electorado no ha sentido necesidad alguna de votar en las elecciones andaluzas, le puede bastar esta primera respuesta: a los propios políticos no les importa.

Todavía hoy, más de una semana después de los comicios, no se ha escuchado a un solo líder una reflexión del riesgo que entraña una participación tan limitada, un mensaje que aborde la creciente desafección. Los partidos normalizan la abstención y asistimos sin coscarnos a un empobrecimiento del sistema democrático.

Desde las primeras elecciones andaluzas solo en tres ocasiones la abstención ha superado el 40% (1990, 2018 y 2022) y en las últimas dos convocatorias más de dos millones y medio de personas no han pisado el colegio electoral. En un cuarto de siglo la participación ha caído un 20% o, dicho de otra manera: mientras Juanma Moreno ha logrado una amplia mayoría absoluta con más de un millón y medio de papeletas, Chaves, para lo mismo, necesitaba más de dos millones de sufragios.

Los líderes ya han dado la orden de poner la proa hacia las municipales y generales, pero nadie parece reparar, y si lo hacen no lo comunican, en que más de 2,6 millones de personas en Andalucía no han considerado útil elegir a sus gobernantes. Es gravísimo.

Andan preocupados en Francia por una abstención de casi el 54% en las elecciones legislativas, mientras nosotros no abrimos ni el debate. Es como si se celebrara un gran concierto y solo asistiera el 58% del aforo. ¿Alguien podría hablar de éxito? Pues aquí seguimos, ignorando que la que llamamos gran fiesta de la democracia ya ni le va ni le viene a cuatro de cada diez ciudadanos.

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