La Línea todo por descubrir: escritores linenses

Pepe Villalba
La Línea de la Concepción
Vamos a centrarnos hoy en los escritores linenses, algunos de ellos deudores del particular ambiente derivado del microcosmos fronterizo. Bajo esa influencia, debido a que muchas grandes compañías actuaban en La Línea para completar los días festivos vetados por razones religiosas en Gibraltar, se registró a este lado de la verja la eclosión de una enorme cantidad de grupos de teatro aficionado cuya inercia no se detuvo hasta los años ochenta del pasado siglo. Este fenómeno acabaría provocando muy pronto el salto a la escena nacional de algún autor linense, como Rafael Segovia Ramos, quien llegó a tener en Madrid más de una obra en cartel al mismo tiempo y que más tarde publicaría novelas del Oeste bajo el pseudónimo de Rafa Segram.
También ha venido siendo Gibraltar, y su interacción con el otro lado de la línea fronteriza, objeto de primordial interés en la obra ensayística de algunos de nuestros mejores investigadores históricos, como Alfonso Escuadra, José Beneroso, Baltasar Gómez Nadal y Juan Manuel Ballesta, con Francisco Tornay como titánico pionero en la tarea. Mencionemos también a Antonio Cruz de los Santos, tan atento en su tiempo a las vicisitudes de la historia doméstica linense y a José Riquelme, jimenato de nacimiento, pero también linense por méritos propios, minucioso observador de la vida artística comarcal. En este terreno debemos incluir a José de la Vega, autor de un libro capital para los linenses como aquel completísimo “La Línea de la Concepción, cien años de historia” y a Enrique Sánchez Earle y su imprescindible “La Línea de mis recuerdos”. Con una obra de temática más amplia necesariamente hemos de referir al sociólogo Salustiano del Campo.
El género poético es quizá el que mejor se ha sabido sacudir las influencias coloniales y, por encima de innumerables poetas populares abonados al gracejo y a los tópicos andaluces, nos ha proporcionado autores de gran interés. Es el caso de José Lupiáñez, poco conocido en su ciudad natal, pero que acumula una obra muy reputada en el actual panorama poético andaluz. Un autor que viene publicando, sobre todo en Sevilla, los frutos de una sensibilidad profunda, vistosa, bien acompasada, es Miguel Vázquez García. Y entre otros muchos que han ofrecido poemarios notables, como la emergente Sara Búho, Ismael Cabezas o Marcos Santos, cabe señalar a Juan Corrales, que nos dejó con “Parcas, parcas” un libro excepcional, aunque después se haya prodigado poco.
La narrativa linense tardó mucho en arrancar su maquinaria, pero vive en la actualidad una enorme variedad de autores, de mayor o menor relevancia, pero cada uno de ellos meritorio por su dedicación a ese antídoto contra la ignorancia que son las letras. Como sería imposible enumerarlos a todos destacaré únicamente a aquellos de mis colegas fabuladores que más han descollado en la tarea. Es el caso de Miguel Guerrero, notable por su exigencia estilística y carácter diferencial; o de Manuel Barros y su perfecto equilibrio entre técnica y creatividad, ambos recientemente desaparecidos e integrantes de un colectivo literario en el que también militó Juan Carlos Fernández Serrato, ganador del premio de investigación literaria Gerardo Diego. Sin una trayectoria extensa, pero con una aportación de mucho peso a través de su novela “Réquiem”, destacaremos a José Antonio Orfila. O a otro de esos linenses nacido fuera de nuestras fronteras como el novelista histórico Cristóbal Tejón. Con gran autoridad domina Carmen Gil en el campo de la literatura infantil, del mismo modo que en literatura juvenil publica con éxito Francisco Díaz Valladares. El ámbito costumbrista ha sido explorado con afilada visión por Manuel Gil Fornell, y por el brillantísimo Guillermo Fonseca, a quien no dudo en reconocer como el mejor narrador oral en muchas millas a la redonda.
Cerramos el repaso de nuestros escritores, forzosamente superficial y por ello injusto, sin olvidar la figura de Gabriel Baldrich, linense de adopción y periodista de carácter, en representación de otros muchos que han mostrado su buen hacer periodístico en los diarios de la Comarca. Todos ellos y muchos más, de Manuel Amusco a Gerardo Piña, de Victorio Molina a Francisco Oda, pasando por los nebulosos y reivindicables Manuel López Flores o Joaquín Martínez Friera, hacen y han hecho de La Línea una ciudad de letra fácil y pensamiento dinámico.




