Afinando en La Zarzuela
En esta Zarzuela triunfó la armonía. La grande, la de las papilas gustativas, la de las cuerdas vocales, la de las cuerdas de la guitarra y las de la alegría ¡¡La enorme armonía del fino!!
Jerez de la Frontera
Mi enhorabuena a los organizadores de este fantástico “concierto” en Viña La Zarzuela, con motivo de la pasada Sherry Week. Desde el gran acierto en la elección del nombre, Afinando, a la de los artistas, (Rocío Parrilla al cante y Jesús Madriles a la guitarra) pasando por los grandes finos protagonistas. Una gran idea gestada por un grupo de apasionados e inquietos jerezanos liderados por José Manuel Bustillo (el hombre que susurra a los viñedos), anfitrión, vigneron y propietario de Viña Zarzuela, y tres amigos más. Cuatro personas distintas y –con perdón de la Santísima Trinidad- un solo dios verdadero: el jerez. Los tres mosqueteros restantes son Paco Barroso, Chema Blanco y Eduardo Valderas.
Zarzuela viene de zarza, dice los eruditos… Y el origen de la zarza se pierde en la noche de los tiempos bíblicos. (Aquella zarza ardiendo desde la cual Moisés oyó la palabra de Dios en el Monte Sinaí…). Zarza es un término botánico que engloba a muchas plantas espinosas de talla arbustiva. El Monte del Pardo cerca de Madrid, estaba repleto de ellas cuando en 1627, el rey Felipe IV construyó este pabellón de caza en pleno monte y rodeado de zarzas. De ahí su nombre. Con el paso de los años, los sucesivos Borbones fueron ampliando el pabellón de caza hasta convertirlo en un verdadero palacio con todo tipo de estancias, entre las cuales no podía faltar un teatro. Las primeras representaciones –finales del XVII- de nuevo género musical escénico se llevaron a cabo allí y por eso fue bautizado como zarzuela. Desde entonces, este nombre acompaña a hipódromos, teatros, hospitales, colegios, de un pago jerezano, sí, y también…. de un guiso de pescado muy popular en Cataluña, Baleares y norte de Valencia. Muy similar a la bullabesa francesa y al suquet catalán, tal vez lo bautizaron como zarzuela, para otorgarle papeles de españolidad.
Un par de siglos más tarde ya en el XIX, se hace la primera clasificación de “pagos” del Marco de Jerez. Parece que el conocimiento de éstos data de tiempos muy remotos, concretamente romanos, ya los mencionaba Columela (siglo I d.C.) -claro que con otros nombres y en latín- pero lo cierto es que fue en el XIX cuando se reconocieron y clasificaron con más rigor y por supuesto en español. En esas clasificaciones se mencionaba uno de ellos como La Zarzuela, no sabemos si porque habría zarzas, sería muy aventurado pensar que así se bautizó por el género musical, aunque… ¿por qué no? Son varios los libretos de zarzuelas que hablan del jerez. Es más, creo recordar que hay una que se llama “Las Tres Cosas de Jerez” del Maestro Vives y libreto de Muñoz Seca y Fernández Shaw.
En la clasificación actual no se considera ya un pago sino que está incluido en el de Añina, pero a Viña La Zarzuela nadie le quita su nombre que luce orgullosamente en la puerta que da acceso desde la carretera de Las Tablas a este cuidadísimo viñedo, trabajado en ecológico y lleno de sorpresas entre las que podemos destacar pavos reales albinos, blancos como la nieve y las cepas más alta del mundo, los auténticos viñedos de altura. Pero de esto hablaremos largo y tendido en otra Copa Llena. (La Zarzuela está llena de sorpresas y no puedo contarlas todas porque sería demasiada información de un solo golpe.). Habrá que tener paciencia).
Pero “afinemos” un poco que me voy por las ramas… Cada uno de los finos salía al ruedo musical de la mano de alguien muy directamente relacionado con la bodega, propietario, enólogo, director de viñas… El primero en “cantar” fue el fino Viña Corrales, de bodegas San Francisco Javier, la última saca, la del 22 y lo hizo en un tono perfecto, mitad grave, mitad agudo, potente, sabroso y fresco. Un tono muy del barrio de Santiago. Nuestro anfitrión, José Manuel Bustillo, responsable también de los viñedos de la bodega y Teresa Sánchez, enóloga presentaron a la deseada criatura. Un cante de Rocío, de la saga de los Parrilla, dio paso al fino Cruz Vieja de bodegas Faustino González, saca de otoño, punzante y vertical, diferente, alegre y agudo, como una bulería de La Plazuela., que se presentó de la mano de Jaime González Garcia Mier, propietario y responsable de la bodega. Y ahora a San Mateo, allí también se canta y lo hizo el más nuevo de todos los que participaban en esta Operación Afinando, casi recién salido al mercado. Se trataba del fino de las bodegas León Domecq llamado Señorío de Callao, que entonó con suave cadencia como un valsecito de Chabuca Granda. Entró de la mano de Joaquín Gómez Beser, el enólogo que trabaja con la recién estrenada firma. Jesús a la guitarra y Rocío siguen templando cuerda y voz, entre fino y fino. Entra en escena Maestro Sierra, repleto de levaduras, vivo y grave, como un barítono “saccharomyces” dirigido por la jefa de la orquesta, la enóloga Ana Cabestrero y le siguió el Antique de Fernando de Castilla, que suena limpio y radiante, como un laúd medieval. Terminamos de afinar, de rizar el rizo de la finura, con dos Panesas, de bodegas Emilio Hidalgo, introducidos por Juan Manuel Hidalgo, su padre y pastor de levaduras. Sorprendió el embotellado en 2014. Con una voz perfecta de bajo maduro que sabe mantener el tipo. Ocho años de botella… -¿quién dijo remontado?-. La rica y potente voz de su hermano, más al estilo contratenor, embotellado más tarde pero con la misma riqueza genética, sonó poderosamente en el interior de la casa de vinas.
Gran coral final con todos los artistas invitados, todos los finos cantando juntos esta vez, alrededor de unas papas con chocos, cuyos efluvios atrajeron a las gallinas y los curiosísimos –y nunca mejor dicho- pavos reales albinos, parte de la rica y variada fauna que comparte albariza con las viñas de La Zarzuela.