La verdad de Ana Orantes

Córdoba

Vivimos otro 25 N con muchas luchas abiertas.

18 años después de la Ley Integral contra la Violencia de Género, que ha traído otras tantas leyes de igualdad, seguimos dando dos pasos hacia delante y uno hacia atrás. En este avance que el movimiento feminista trabaja día a día para terminar con la violencia contra las mujeres, llevamos siempre una mano atada atrás. Son las reglas del juego del patriarcado.

Sí, hay personas a las que palabras como 'patriarcado' les producen alergia. Pero es real, palpable y nos afecta en todos los ámbitos de nuestra vida.

Le faltó a la ley integral recursos para coeducación. Y hoy el discurso más reaccionario, representado en las instituciones por Vox, incluso ha querido expulsar de nuestros colegios la verdad de Ana Orantes.

Hace 25 años, Ana nos puso frente a la peor cara de la violencia machista. En televisión, nos situó frente al espejo a nuestras madres, abuelas o vecinas que habían sido hostigadas, golpeadas y vejadas durante toda una vida. Con un entorno que lo había normalizado.

Su verdugo decidió quemarla viva dentro de los muros de la casa que sirvió para ocultar semejante tortura. No soportó la verdad de Ana Orantes.

Hace unos días, un padre preguntaba en un grupo de whatsapp del colegio por qué se compartían en el chat actividades como la manifestación del 25N. Le contesto. Porque hoy, afortunadamente, forma parte del currículum escolar para inculcar valores cívicos, derechos humanos. Más allá de los sesgos de los progenitores.

Hoy sabemos que el debate generado en torno a la ley del 'Sólo sí es sí' estaba asegurado. Estamos acostumbradas a los ataques selectivos. Pero seguiremos dando pasos adelante aunque nos hagan retroceder uno. Porque la meta cada vez está más cerca.