Cuchará y ni un paso atrás

Córdoba

Un informe académico acaba de certificar que las nuevas generaciones están dando la espalda al perol cordobés. Si no tomamos medidas drásticas, en unos cuantos años, la barbacoa se apoderará de nuestras vidas con su filosofía individualista de casitas adosadas, sus bandejas de guacamole y sus grasientas hamburguesas de Kentucky.

No es ninguna broma, queridos contribuyentes. Se extinguirán las gorras de Comisiones Obreras, desaparecerán los chándal de la selección española y los niños dejarán de tocarnos las narices con la pelota mientras Manolo prepara el sofrito sobre la mesa de camping.

Se desploma una forma de entender el mundo. A caballo entre la comuna hippy y el patio de vecinos. Ese momento mágico en que Mariloli saca la nevera del Ford Fiesta y el cuñado enciende el Carrusel Deportivo. No hay felicidad más perfecta ni paz más terapéutica que un perol de pollo y arroz en cualquier rincón de nuestra hermosa sierra. Con permiso de las vallas cinegéticas, por supuesto.

Ahora que vamos a alicatar hasta el techo la Cuesta del Reventón, que el picnic amenaza nuestra principal seña de identidad, ahora que los sevillanos nos han robado el salmorejo a punta de navaja, digámoslo alto y claro: cuchará y ni un paso atrás.