Mar Villafranca: "La Alhambra sigue recibiendo a los turistas en un espacio que no está a la altura"

Granada

Con cincuenta y largos se fue a Roma a cumplir un sueño de juventud como becaria investigadora. Fue la respuesta súbita de Mar Villafranca (Granada, 62 años) para escapar de la condena de más de siete años de purgatorio antes de resultar absuelta por el Caso Audioguías, espera y sufrimiento "por el que nadie debe pasar" que "debió ser archivado muchísimo antes". "Fui víctima de la Granada cainita, de las envidias de esta ciudad", dice con más resignación que rencor.

Pero ella no se detuvo. Cabeza alta y paso firme. Y adelante, que la vida es corta y no pregunta. Mar activó todos los fuegos a la vez: regreso a la Escuela de Artes y Oficios donde mantenía su plaza como profesora de Historia del Arte "porque necesitaba de nuevo el contacto con los alumnos"; y acometió proyectos de investigación que la han llevado a adentrarse en espacios momentáneamente aparcados por su actividad pública.

En este tiempo ha presentado el libro Los Jardines de la Alhambra, un brillante tratado documental, de técnica y simbolismo de cada espacio del monumento, muy celebrado y premiado, obra elaborada junto al arquitecto Juan Domingo Santos; está al frente de la asociación que divulga la obra de Mariano Fortuny y Madrazo, artista conceptual y poliédrico nacido en Granada; y está a punto de finalizar la verdadera historia en Granada del célebre conservador de la Alhambra Leopoldo Torres Balbás, nombre clave para entender la relevancia mundial y envergadura artística del recinto nazarí.

Preguntado por Álvaro Siza, uno de los más grandes arquitectos vivos (tiene 91 años), Mar sonríe y respira hondo. "El proyecto Atrio fue el vencedor de un concurso legal", y añade que "Álvaro Siza todavía no se cree" que su diseño siga durmiendo en un cajón. "La Alhambra sigue recibiendo a los turistas en un espacio que no está a la altura, pero es Granada".

También habla de cuando pudo ser ministra, de traiciones, decepciones y militancia. Y de cómo envejece la izquierda. Pero ella siente la pulsión original intacta: la cultura, su investigación, divulgación y defensa, como motivación inexpugnable.