Mato Franković, alcalde de Dubrovnik: "Tomamos decisiones duras ante el turismo masivo para proteger la ciudad y a sus habitantes"

Córdoba

El Congreso Mundial de la Organización de Ciudades Patrimonio (OCPM) en Córdoba está siendo un espacio de intercambio de medidas para propiciar entornos urbanos sostenibles y vivos. Sobre todo, en materia de turismo, el motor económico de estas ciudades.

Uno de los ejemplos que más impacto han causado en esta cita, que se celebra en el Palacio de Congresos de Torrijos, es la experiencia de Dubrovnik (Croacia). Esta ciudad monumental de casi 42.000 habitantes es conocida como la "Perla del Adriático". Pero el turismo masivo puso en peligro su patrimonio. La UNESCO dio el aviso, la ciudad reaccionó tomando decisiones drásticas. Así lo decidió al llegar al cargo su alcalde, Mato Franković, en 2017. Hoy sigue al frente de la institución. Cargo público de Unión Democrática Croata, el principal partido de centro derecha del país, defiende la importancia de priorizar los intereses de la ciudad y la ciudadanía ante retos como el turismo masivo.

"Cuando ves las cifras de visitantes y percibes que las cosas van en una mala dirección, debes tomar las decisiones oportunas. Nosotros decidimos tomar medidas duras", explica el Franković a Radio Córdoba.

El gran problema era el número de turistas que visitaba Dubrovnik al mismo tiempo. Antes de 2017, se concentraban en tres meses del año. Llegaban 6 ó 7 cruceros al día y unos 200 autobuses en una ciudad "con solo tres accesos", explica el alcalde.

Por ello, decidieron regular el flujo de turistas a la ciudad. Y la primera medida fue "recuperar" las plazas. Lo hicieron reduciendo un 30% los veladores de los restaurantes. Además de quitar todos los puestos de souvenirs de estos espacios.

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También pusieron límite a los cruceros: no más de 2 al día y durante una estancia no menor a 8 horas. La situación anterior era "insostenible". "Eso son miles y miles de personas que quieren entrar en los mismos sitios a la vez", describe Franković, "era el escenario del desastre". En cuanto a los visitantes que venían en autobuses a pasar el día, crearon una plataforma web para "ordenar" su llegada.

Y no solo pensaba en su ciudad y en sus habitantes, sino en los turistas, "que notaban que prácticamente les estábamos engañando porque no llegaban a la Dubrovnik de verdad". Los servicios, reconoce, no eran de calidad.

En definitiva, han regulado el flujo de personas. Los visitantes están "más distribuidos durante el día, durante la semana, durante el mes y durante el año".

La primera reacción del sector, recuerda el edil, fue "muy negativa". Pero los resultados positivos comenzaron a notarse pronto. "Quienes caminan por las calles de Dubrovnik las disfrutan más, entran a los restaurantes y las cafeterías, las tiendas o los museos", explica orgulloso Franković. Incluso, asegura, se quedan más tiempo.

De hecho, el número de turistas que la ciudad recibe al año es superior al que registraba antes de 2017, más de un millón de visitantes.

Aunque reconoce que cada ciudad es distinta y tiene sus circunstancias, "la experiencia que estamos compartiendo es crucial y queremos hacer más". Nota en las reuniones de este congreso que "las ciudades están dispuestas a asumir cambios, pero no siempre es fácil cambiar las cosas". Sin embargo, cree que los ayuntamientos deben ser "valientes" y "tomar medidas para proteger nuestras ciudades y a nuestra ciudadanía".

Reconoce que las vecinas y vecinos de las ciudades patrimonio, de sus cascos históricos, "nunca están contentos". Pero es necesario establecer reuniones de escucha, como las que él practica, porque "hay muchas quejas, pero también muchas ideas". Sin las personas, termina, "las ciudades se convertirían en museos".