Medio millar de aparatos de radio en 190 metros cuadrados
La pasión por la radio de Guillermo Granados le ha llevado a recopilar receptores de todas las épocas en su casa de Jerez
Entrevista a Guillermo Granados
Jerez de la Frontera
Guillermo Granados es un jerezano, coleccionista de aparatos antiguos de radio. Su casa es un museo donde reúne más de medio millar de aparatos de todas las épocas y nacionalidades.
- ¿Cómo comienza su afición?
- Mi primer recuerdo es con unos doce años, a principios de los setenta, en la casa de vecinos donde vivía con mi familia. Llamó mi atención un aparato de radio Telefunken, precioso, de madera. Todos nos reuníamos en torno a él y recuerdo su sonido espectacular. Y es que, según los entendidos, esos aparatos de válvulas eran los que más se asemejaban al sonido real. Era un aparato enorme, donde las fotonovelas se radiaban en directo con sus efectos de los cascos de caballo, el viento, los truenos… Todo eso me cautivó.
- Y la cosa fue a más, claro.
- Nos mudamos de casa y a escondidas desmonté el aparato de radio y lo fui metiendo en cajas que metí debajo de un ropero de los antiguos. Cuando el gusanillo fue a más, volví a montarlo y desde entonces no he parado de reunir más aparatos de esos. Con quince años me pateaba los tabancos y los talleres mecánicos. Como estaba estudiando Electricidad, los pedía con la excusa de que tenía que practicar con ellos y me daban permiso para que me los llevara, porque estaban allí arrumbados y en desuso. Recuerdo a mi madre quejándose y diciéndome que la iba a echar de su casa con tantos cacharros metidos debajo de las camas, detrás de las puertas…
- ¿Y hoy en día dónde los tiene?
- En mi casa, que es una especie de museo. Hay más de quinientos aparatos entre radios, tocadiscos, amplificadores, gramófonos, grabaciones de hilo magnético, máquinas de cine, televisores antiguos…
- ¿Qué fecha tiene el aparato más antiguo?
- Es un aparato de galena, que necesitaba sólo tiera y antena y hacía sonar unos cascos rudimentarios que te permitían coger emisoras locales entre 1908 y 1914. Aún no se les llaman aparatos de radio, que introdujo Miguel Primo de Rivera en España en 1924.
- ¿Serían entonces un artículo de lujo?
- Si, eran muy caros. Más o menos venían a suponer el sueldo de un mes o más. Escaseaban.
- ¿Dónde almacenas los 500?
- En una casa museo. Tiene 190 metros cuadrados y es una casa antigua con los techos altos. Hasta en el dormitorio tengo siete u ocho aparatos de radio.
- Seguro que habrá tenido alguna oferta por la colección.
- Sí, concretamente por parte del Ayuntamiento. Fue cuando se inauguró la calle dedicada a Antonio Castilla, un jerezano precursor de la radio en España. Me invitaron para que yo diera una de las conferencias y me sugirieron la idea de abrir un museo de la radio en Jerez, pero al final todo aquello quedó en nada.
- ¿Qué valor puede tener toda esa colección?
- Seguro que un valor intrínseco más que cuantativo, que también lo tiene. He visitado muchos países europeos expresamente y me he traído aparatos de Alemania, Bélgica, Francia, Italia, Austria. Tengo modelos raros, como tres aparatos nazis. Cuando la II Guerra Mundial, Hitler para meterse en las casas, fabricó tres modelos de bajo coste que regalaban.
- Gracias Guilermo. Y ánimo con esa afición
- Estáis invitandos a visitarla cuando queráis.