Tintilla, Cadiz vs Graciano, Rioja
Para comprobar si nuestra gaditana tintilla y la riojana graciano son, como dicen, las mismas, hemos llevado a cabo una cata muy especial. Hasta Jerez llegaron algunos bodegueros riojanos con sus botellas de tinto bajo el brazo y en el gran ring de las bodegas Luis Pérez, se pusieron a competir placentera y amigablemente
Jerez de la Frontera
Estaba claro que el encuentro tenía que ser en esta bodega y con Willy Pérez como gran anfitrión. El recién elegido Hombre Imparable Gaditano nos abrió su bodega y nos dedicó generosamente su tiempo y sus tintos de tintilla. No en vano fueron él y su padre, Don Luis Pérez, los primeros que empezaron a elaborarla - creo recordar que hace más o menos 15 años- interpretada en tinto tranquilo, muy diferente a la versión secular y dulce, muy de consagrar, del vino de tintilla de Rota, documentada desde el siglo XVI en esa población gaditana. Esta uva de nombre casi despectivo, tintilla… - como si fuera una uva tinta de inferior calidad- hace años que lidera los vinos tintos gaditanos. Los mismos años que se ha dado en decir que es igual que la uva riojana llamada graciano.
Como todas las uvas, la tintilla dispone de varias sinonimias (diferentes nombres) -tinta mencida, tinta menuda, tintillo, tinto, souson…- y la graciano no iba a ser menos (Monastel, Monastrell Menudo, Monastrell Verdadero, Moristell, Muristellu, Tinta, Tinta de Fontes…) pero muchos cosecheros gaditanos y riojanos, que las conocen más de cerca, coinciden en que entre ambas hay considerables diferencias como el hecho de que nuestra tintilla roteña tiene una única pepita -bastante grande por cierto- y la graciano dos o tres. También los rendimientos son más bajos en la gaditana, sus racimos bastante más sueltos, y sus taninos más dulces.
La presencia de la tintilla en la provincia de Cádiz se documenta, como apuntaba al principio, desde el siglo XVI “… con la tintilla se fabrica el famoso vino conocido por el tintillo de Rota…” En 1953 y debido al Convenio de Cooperación para la Defensa entre España y EE.UU. se instala en estos territorios gaditanos una enorme base militar americana que ocupa 2.300 hectáreas, con un perímetro de 26 kilómetros. Playas, pinares y muchos viñedos de tintilla pasaron a convertirse en territorios americanos. Como era de suponer, los militares americanos no se iban a dedicar a seguir cultivando viñedos ni elaborar tintilla de Rota, de modo que la viticultura desapareció dentro de los territorios americano. La población costera de Rota empezó a cantar en inglés, disfrutar de la mejor música country y soul, disponer de un mejor nivel de vida. La población aumentó así que los pocos viñedos -siempre sobre arena y cerca del mar- que habían quedado fuera de la base, se fueron convirtiendo en urbanizaciones. Así las cosas, la tintilla y su vino empezaron a desaparecer a velocidades supersónicas. En la Villa de Rota había más de 50 bodegas en la segunda mitad del siglo XIX, y en los años 50 del siglo XX, justo cuando se implantó la Base de Rota, quedaban escasamente tres.
Respecto a la uva graciano riojana, no tiene una vida tan azarosa pero si muy antigua también. Es variedad autóctona de allí y de Navarra con escasa implantación en otras zonas vitícolas españolas, dicen aunque se empeñen en decir que es la tintilla. La presencia en los vinos de la zona siempre era en compañía de la tempranillo para la elaboración de vinos de larga guarda, ya que aporta, además de estructura y color, una característica acidez necesaria para el envejecimiento de los vinos. No es una variedad fácil de manejar, es delicada y puede madurar demasiado y “estropear” los vinos. No está comprobado pero la voz popular de los agricultores riojanos cuenta que el nombre viene de la poca gracia que tenía, no es una variedad agradecida para el viticultor y que de ahí lo de ‘gracia-no’. Ha estado en riesgo de extinción en Rioja pero hace años que las tornas han cambiado y va consiguiendo muy buenas consideraciones. Las vueltas ¡que da la vida, sobre todo la de las uvas.
Curiosamente fue determinante para que en La Rioja no se autorizara la plantación de cepas de cabernet sauvignon, entonces tan de moda, con la excusa de complementar a la uva tempranillo. Expertos en la materia consideraron que no hacía falta echar mano de uvas francesas ya que la autóctona graciano podía cumplir a la perfección este papel.
Sobre la mesa de la hermosa bodega de Luis Pérez, el primer tinto de tintilla que además fue también el primero en salir al mercado, El Triángulo 2023, elaborado con uvas de tres viñedos, de tres pagos (Balbaína, Corchuelo y Carrascal) y con su bucólico “apellido” Vino de Pueblo incorporado. Fresco y especiado como tiene por costumbre (16,00 € aprox). El segundo tintilla fue riojano, Elena Corzana 2022,bautizado como su joven propietaria que lo elabora en su diminuta bodega que debe ser desde luego la más pequeña de Navarrete y, si me apuran, de La Rioja. Sólo 600 botellas cosechadas, fermentadas, embotelladas, etiquetadas… todo a mano. Pura artesanía. Floral y vibrante (43,00 € aprox). Seguimos con tintilla gaditana del pago de Balbaína, Tintilla Balbaína Tosca de Barajuela 2022, muy atlántico a pesar de ser un año muy cálido (26,00 € aprox). El siguiente turno le tocó esta vez a la Rioja Alavesa, al graciano 100% de Bodegas Villota, en Laserna, propiedad también de una mujer, Carmen Pérez Garrigues, ingeniera agrónomo, con uvas de una parcela llamado Cabo de los Conejos, justo en el meandro que hace el rio Ebro a su paso por estos bellos parajes. Opulencia de frutas negras (35,00 € aprox). Tintilla Pago del Corchuelo 2022, de viñas situadas justo donde está la bodega, suelos de margas yesíferas que otorgan más concentración, más volumen y sedosidad en boca (23,00 €). De nuevo turno a La Rioja con un graciano de Ollauri, de la bodega Valenciso de la mano de su propietaria Carmen Enciso, Valenciso Graciano 2020, de gran complejidad y elegancia, madurado en roble del Caucaso (37,00 € aprox). Turno de la uva tintilla del Pago Carrascal, de nuevo de la bodega anfitriona. Tintilla Carrascal 2022, con buena concentración de fruta negra madura (23,00 € aprox.)
Para terminar, Willy Pérez puso el delicioso punto final a esta interesante experiencia con un extraordinario vino dulce tintilla de Rota muy, muy viejo, centenario, claro exponente de aquellos tintillas que casi desaparecieron y del que sólo embotellaron un número limitadísimo de medias botellas bajo la marca De la Riva, que Willy Pérez comparte con su amigo, colega y socio Ramiro Ibáñez. No daba para más el tesoro que encontraron. Un número limitadísimo de medias botellas, una verdadera jota enológica. El equilibrio de la perfección, la más pura esencia del auténtico y legendario Tintilla de Rota.
Elena Corzana, Carmen Villota y Carmen Enciso, las tres bodegueras de los gracianos, no vinieron solas. En la representación riojanas también había enólogas que no trabajan el graciano… ¿todavia?- como la responsable de bodegas Aiurri, en Leza, perteneciente al Grupo Alma Carraovejas, y restauradores de la talla de Ángel, el propietario de la Vieja Bodega, de Casalarreina, asesoras enológicas…, Los riojanos se preguntaban fascinados: “¿Podrá nuestra graciano llegar a estas alturas divinas? Necesitaremos casi 100 años para comprobarlo".