Rubi: dos veces por semana
El club ha recetado al entrenador

El entrenador del Almería se ha convertido en el portavoz del club.
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Almería
LA OPINIÓN DEL DÍA: Se lleva todos los palos y tiene buenas espaldas para cargar con toda la presión que genera un Almería que ha pasado del cielo al sueño y que apunta a los infiernos de repetir otra temporada en la categoría de plata. Por lo menos el entrenador da la cara y habla en los buenos y malos momentos: aunque hay que leer la letra pequeña de sus manifestaciones, porque cuando sale a escena lo lleva todo medido y es políticamente correcto. Esa forma de llevar la voz del club al exterior le viene de perlas porque va en su personalidad quedar bien con todo el mundo, y a veces su mesura se entiende como otras no casa con el momento que vive un Almería. que lo fía todo a su talento. Rubi da la cara y eso nadie lo puede negar pese a que no da puntada sin hilo y lo lleva todo ‘maquinado’ para que nada se le escape.
Controla bien el entorno de la plantilla, se ha convertido en un hombre de club, y esto le garantiza el puesto de trabajo, porque nadie de puertas para adentro cuestiona su labor, por malos que sean los resultados. Almería se ha acostumbrado al verbo del catalán y mientras sus ‘jefes’ hablan lo justo a lo largo de la temporada, a Rubi lo tenemos dos veces por semana y sus ruedas de prensa a veces dejan filtrar detalles desconocidos. Por la boca muere el pez (que dice el refrán) y como no es una máquina a veces se le escapa algo y lo mejor es tener las orejas tiesas y pillarlo al vuelo.
A Rubi lo ha recetado el club, y con todo el apoyo de los jefes sabe exponer su plan antes del partido y cuando este acaba darle el valor a la victoria y maquillar la derrota; siempre con la sana intención de dejar a sus jugadores a flote porque está en manos de ellos. Antes de los partidos sabe esconder sus bazas y tras una derrota no duda en salvar el ‘pezcuezo’ del que se ha cargado el encuentro. Rubi: dos veces por semana.
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Receta
Su vuelta al Almería por un mínimo de tres años ha significado un antes y un después a la hora de entender el banquillo. Se ha pasado de cortar la cabeza al técnico a las primeras de cambio a aguantar carros y carretas. Turki le ha elegido y sus hombres en Almería le han dado más competencia para que sea el encargado de darnos la receta cada semana y mandar mensajes de ilusión, cuando las cosas van bien, y los famosos paños calientes cuando la calle pide unos resultados que no llegan. Dos veces por semana llega a nuestras vidas el mensaje de un entrenador que vive de los marcadores (como todos) pero con un margen que no se lleva en estos tiempos.
Victoria
El marketing del Almería se ceba en el elogio al entrenador que durante la buena racha era llevado en volandas por su club. Los mejores calificativos se los reservaban al catalán y cuando aparecía en la sala de prensa se notaba el resultado en la cara y en el verbo. Ganar el muy bonito y para un técnico con tanto peso en el club es el no va más; y ha sabido explotar la situación en aquellos tiempos de liderato, campeón de invierno o plaza de Primera. Qué buenos tiempos aquellos.
Derrota
Cuando el Almería pierde un partido dando una imagen triste y desoladora ya tiene preparado su mensaje de mesura con los profesionales. Nunca señala a nadie y sale políticamente correcto de la sala de prensa aun a sabiendas que los aficionados lo han visto con mejores imágenes que él. No carga contra la plantilla ni desvela secreto alguno de su vestuario, siempre celoso de esa intimidad que controlan los técnicos. Sus ruedas de prensa cuando el equipo falla son blandas y no apunta a nadie. No hay queja: el club ha recetado al entrenador.

Tony Fernández
Redactor de Deportes de SER Almería. Llegó a la SER en 1996. Antes, en RNE. Más de 40 años de experiencia...