Casa Rafael: el fresco del centro de Cádiz

Jerez de la Frontera

Aquello fue durante muchos años la Aduana, una cafetería con aspecto de pub irlandés en la calle periodista Emilio López. Hace unos años, Rafael Montero y Gloria Saborido, su mujer, se hicieron con el local y le lavaron totalmente la cara, en el fondo y en la forma. El proyecto se basaba en un pequeño restaurante marinero de unos 80 metros cuadrados en una zona de paso del centro histórico de Cádiz, pero sin mucha tradición hostelera.

Situado a tiro de piedra del palacio provincial, es fácil encontrarse cada día con funcionarios o diputados que optan por el buen gusto de un establecimiento que no tardó mucho en consolidarse por obra y gracia del boca a boca.

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Rafael era uno de los socios de la Bodeguita de Plocia, pero prefirió dejarlo y montarse por su cuenta. Su experiencia anterior en el mítico Atxuri le permite un dominio del producto y un conocimiento de la cocina marinera muy valorado por su fiel clientela.

En Casa Rafael no es fácil encontrar mesa, y en estos meses de verano mucho menos. El local aprovechado al máximo sus escasos metros cuadrados, con mesas en el salón que queda según se entra a mano izquierda y en la barra con taburetes altos. Incluso en el mismo pasillo que conduce a un comedor trasero hay un par de barritas pared.

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El día que lo visitamos es entre semana, pero aun así no hay mesa disponible. Esperamos al segundo turno y nos ponemos en las manos de Rafael y Gloria.

La carta fija es de corte clásico con las especialidades de la casa en primer término, y entre ellas sus famosos chicharrones chiclaneros, que hacen allí mismo y que les quitan de las manos. Tanto es así que no hemos podido probarlos. Otra vez será. Hay también una buena oferta de ibéricos, como podíamos presuponer viendo los jamones colgados nada más entrar encima de la barra. Quesos, salazones y ahumados, entrantes y verduras, fritos, pescados y mariscos, carnes, huevos y revueltos, arroces y postres caseros completan la oferta.

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Pero el fuera de carta, que obviamente depende del mercado, es casi tan completo como la carta fija.

Arrancamos con unas patatas aliñadas de manual. Patatas de Sanlúcar, cebolla morada, perejil, aceite de oliva virgen extra de la Sierra, sal y un toque sutil de vinagre de Jerez. Y nada más que añadir. Excelentes.

Abrimos con unos gambones al ajillo. El marisco está perfecto y el punto de cocción suficiente, desprendiendo sabor y mucha jugosidad. El plato llega chisporroteando, generoso en ajo laminado que aporta mucho sabor a un aceitito ideal para el sopeo. Buen pan y mejor miga.

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Seguimos con unas cocochas de merluza clásicas. Sin nada más que la parte gelatinosa de la barbilla de la merluza y un pil pil muy bien ligado en el que se han integrado a la perfección el aceite con la gelatina del pescado, añadiéndosele ajo laminado y perejil. Como en el Atxuri de su mejor época.

A la plancha nos presentan un róbalo fresco, marcado por fuera y con la textura y la jugosidad suficientes en la carne para disfrutar de la calidad del producto. Al dente la verdurita que lo acompaña.

El cierre es con dos postres caseros que dicen mucho del interés de Casa Rafael hasta el final. Una tarta de muerte por chocolate con un bizcocho bien borracho de buen chocolate y una tarta de queso y calabaza original y de impecable factura.

El fresco del centro de Cádiz es caballo ganador. Poco más que añadir.

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