Palestina, aborto y cáncer

Córdoba

De los productores de “las vacaciones, el salario mínimo y la jubilación están sobrevaloradas”, no dejan de llegarnos nuevas obras de incomparable parangón. Los de Feijó siguen aferrados al sinsentido de defender a ultranza las matanzas de 70.000 niños, mujeres y ancianos en Palestina y Gaza, teniendo como principales emisarios a Ayuso y Almeida, que no solo se postulan a Premio Príncipe de Asturias del Negacionismo del Genocidio, sino que se regocijan otorgando a Israel la Medalla de Honor de Madrid. Entre tanto se mofan de quienes quieren llamar la atención del genocidio en una flotilla que defiende la paz y siembran el escarnio contra una ciudadanía valiente que denuncia esta injusticia en la vuelta ciclista a España.

Y, como van como pollo sin cabeza, pues no tiene una explicación racional, sacan a la palestra del debate público, eso sí, arrastrados de rodillas por quienes están un poco más a la extrema derecha que ellos, la cuestión del aborto, tema hartamente asentado en nuestra sociedad que no reclama debate ni revisión. Un mal paso que se vuelve en su contra al que inmediatamente se aferran Opus Dei, extrema derecha y antiabortistas, que defienden que el aborto mata a miles de niños, pero las decenas de miles niños asesinados por Netanyahu no cuentan a los ojos de Dios porque no son cristianos.

Y desde la distancia Moreno Bonilla “el moderado”, que lleva dos legislaturas de gobierno defendiendo eso de que hay que confiar al mercado privado la gestión de lo público, se da de bruces contra el muro de la realidad, que lo privado busca el lucro, no el servicio a la sociedad. Que aquello de que vamos a privatizar para reducir las listas de espera acaba provocando cáncer en miles de personas. Que una gestión basada en la confianza en el mercado no es gestión pública, no es servicio a la sociedad, sino negocio para unos pocos. Y que el negocio de unos pocos es el mal para muchos, porque es, sin duda, una gestión que mata personas.