Muere Alvarito, don Álvaro para el emprendimiento

Jerez de la Frontera

En la muerte de Álvaro Domecq Romero, cuando su Jerez natal y el mundo del toro y del caballo comienzan a despedirle con todos los honores, es de justicia reconocer al emprendedor con mayúsculas y al visionario que puso aún más en el mapa la marca Jerez.

Porque Alvarito pasó a ser don Álvaro por méritos propios. Bajo la sombra alargada de su padre, un prohombre del Jerez del siglo XX, Alvarito fue escribiendo su propia historia gracias a un espíritu emprendedor indomable. De su privilegiada intuición nació lo que hoy es uno de los grandes atractivos turísticos de nuestro país, la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre. Suya fue la idea, suya la coreografía que obró el prodidigio de hacer bailar a los caballos andaluces y suyo el sueño que logró convertir en realidad, para satisfacción de los que recogen hoy, más de medio siglo después, los frutos de su gran obra.

Gran emprendedor

Recuperado en los últimos años por la institución que él mismo alumbró, después de décadas desaprovechado y en el ostracismo por la miopía y el sectarismo político, Álvaro había emprendido también años antes como empresario. Fue de los contadísimos de la familia Domecq que reinvirtió en la ciudad tras la venta de la bodega a la multinacional Allied. Lo hizo con una bodega mediana a la que puso su nombre, Álvaro Domecq.

Hoy Jerez pierde un emblema para su marca ante el mundo y despide a uno de sus más grandes emprendedores.

En Hoy por hoy de Radio Jerez hemos querido reconocerlo así.