Marcos Garcés: "La invasión de los microplásticos"

Bañón

Hace 15 años unos cuantos amigos habíamos aterrizado en un antro bastante extraño de Bruselas. Una mujer le gritaba a un hombre que le hablaba a su perro y uno de los amigos que solo sabía español estaba hablando con un alemán que solo sabia alemán, mientras, otro amigo se estaba terminando el tercer whisky naranja en un vaso de plástico cuando descubrió que, en el fondo, tenía un chicle pegado. Resulta que el camarero tenía dos pilas llenas de agua, una sucia con un poco de espuma y otra sucia a secas. Cogía los vasos de plástico usados, los metía en la primera, luego en la segunda y después te servía la copa.

Quizás aquel camarero sabía que reciclar el plástico nunca ha sido la solución, es caro y se descompone, como mucho admite dos reciclados, aunque yo creo que era un marrano ávaro y punto. Lo de que la solución no es reciclarlo ya lo sabían las petroleras que los empezaron a fabricar, pero nos convencieron con el logo de las tres flechas verdes de que era posible.

Por lo visto en 2050 habrá más plásticos que peces en los océanos. Nosotros, como cualquier otro país occidental enterramos montañas de plástico y exportamos a otros países para que ese trabajo lo hagan ellos, o simplemente que lo tiren a su mar o lo quemen.

Ahora sabemos que tenemos microplásticos por todo el cuerpo, que están en el agua, en el aire, en los alimentos, que viajan en tormentas con colonias de microorganismos pegados y que sirven de placa de Petri para su cultivo.

Ya se verá como acaba todo esto, pero no tiene buena pinta…Al final resulta que la realidad no es de cartón piedra, es de plástico.