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Sociedad

Trastornos del sueño y de apego: el sufrimiento de los que no pueden independizarse

La sensación de frustración y de quedarse atrás ante la imposibilidad de emanciparse cuando quieren lleva a muchos jóvenes a visitar a los profesionales de la salud mental

El sufrimiento de los jóvenes que no pueden independizarse

Zaragoza

Frustración y sensación de quedarse atrás. Es lo que sienten los jóvenes que no pueden emanciparse cuando quieren. Una problemática que preocupa a los profesionales de la salud mental porque han percibido un aumento de este malestar.

Psicólogas como Patricia Blasco se encuentran en consulta estas situaciones: "Siempre ansiedad sobre problemas futuros, pero que al final les preocupa porque es el punto base para poder conseguir su objetivo, que es emanciparse. Del tipo '¿Y si no tengo trabajo? ¿Y si me despiden del trabajo?', también hay muchísimos problemas de sueño, especialmente insomnio; aparecen trastornos depresivos, falta de valía personal, sentimiento de insuficiencia... vemos también trastornos de apego con la sensación de 'Estoy en casa, quiero a mis padres, pero estoy fuera de lugar porque este no es mi sitio, ni mis normas. Incluso muchos sufren un apego evitativo: viven con sus padres pero no pasan nada de tiempo con ellos".

Se habla de que la presión social por independizarse es alta en estos jóvenes. Tanto mirar a generaciones pasadas como la exigencia actual de formarse les supone una carga. "Por un lado, la generación de los padres y abuelos prácticamente a los 20 años ya habían conseguido tener un trabajo, emanciparse e incluso tener una familia propia. Por otro lado, tenemos una sociedad actual que impone tener un nivel de formación muy alta, tener un buen trabajo y emancípate además con una buena casa y unas buenas condiciones. Los jóvenes actuales se ven en esa situación de cumplir estos dos estándares sociales, lo cual es tremendamente complicado", asegura la psicóloga clínica.

Por eso, desde la psicología inciden en trabajar con pequeñas metas. Blasco les inculca a sus pacientes que los cambios tan grandes no son fáciles ni de un día para otro: "Los cambios no son rápidos. Por mucho que tú te quieras emancipar, no basta con conseguir un trabajo. Yo a muchos pacientes les digo 'Bueno, no te has independizado con 30... ¿Qué pasa si lo haces con 31? ¿Qué pasa si lo haces con 32? Intenta labrarte tu camino de la forma más acorde a lo que tú quieres y que, por lo menos, cuando lo hagas, lo disfrutes; que no sea por esa presión impuesta. Es verdad que luego trabajamos con pequeños objetivos como ayudarles en la búsqueda de empleo".

Pero, si nos ponemos en la piel de los progenitores ¿cuál es su perspectiva? Muchos, lo ven como un acto egoísta. "Muchos padres lo comprenden y lo entienden porque se ponen en la piel y un poco se trasladan a cuando ellos tenían esa edad, pero otros padres lo viven de una forma conflictiva porque sienten que sus hijos no están siendo agradecidos y luego hay otros padres que también lo viven con cierta presión; les recuerdan diariamente a los hijos la necesidad de encontrar un trabajo de irse de casa, de 'nos estamos haciendo mayores'..."

Una crisis vital generada en parte por la voluntad de tener la vida resuelta cuanto antes y no poder por los altos precios de la vivienda y la precariedad en los trabajos.