El Punto Crítico, de Olga Cerrada: 'Por ahí, no; ya basta'

Zaragoza

Diciembre es un mes que no te deja indiferente, un mes que te obliga a parar, al menos un minutito para recapitular, un mes de ilusión, de nostalgia, de reencuentros y de ausencias. Sea como sea, escúchate. Yo ando empachada, atiborrada, de turrones, de canapés, de vídeos rápidos que microcapsulan un año en un minuto con cualquier canción 'indie' que suena en Spotify. Y no, no quiero más.

Si algo he aprendido este año en la vorágine de contratiempos sucedidos es que una de las esencias de la vida está en lo lento, en la observación, en el sostén, en las croquetas hechas con sus horas de reposo y las cucharas que las redondean antes de llevarlas a la sartén, con la bata de flores y las manos todavía sin vestir.

En el típico vino antes de cenar en Nochebuena, un amigo me decía que estos paripés iban a acabar, que ya vale, que ya no hay una predisposición tan atenta a las mil horas en la cocina para toda la familia. Y, jo, qué pena, pero qué alivio, porque en estos momentos tan hogareños también es uno de los espacios donde más violencias caben. Y por ahí, no; ya basta. Si la vida nos empuja a las croquetas congeladas, que también nos empuje a generar espacios de buen trato y real conexión si nos apetece.