"¿Mi hobby? Fotografiar aviones"
Conocemos esta afición que congrega a curiosos en la cabecera de pista del aeropuerto de Zaragoza

Un tarde con el spotter Pablo Ignacio Blanco
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Zaragoza
El aeropuerto de Zaragoza no solo es un enclave estratégico para la aviación civil y militar, sino también el lugar donde se ha forjado la pasión de Pablo Ignacio Blanco, un spotter que ha dedicado gran parte de su vida a observar, fotografiar y registrar el ir y venir de aviones. Lo que hoy parece una afición consolidada y reconocida, hace veinte años era apenas una rareza que despertaba miradas de extrañeza.
Pablo Ignacio ha recordado que cuando comenzó apenas existían facilidades para los aficionados. “Era un descampado. Venías a la aventura”, explicó. No había zonas preparadas ni referencias claras sobre horarios de vuelos. Los spotters vivían de la intuición y de la paciencia, con la certeza de que, al menos, el tráfico militar de la base aérea tiene una serie de horarios fijos para el entrenamiento de sus misiones. Con el paso de los años, la práctica se fue normalizando, hasta el punto de que en ocasiones recibieron cartas de autorización que reconocían, aunque no eximían de responsabilidades, que estaban allí fotografiando aviones.

Pablo Ignacio Blanco, spotter / David Marqueta

Pablo Ignacio Blanco, spotter / David Marqueta
La pasión de Pablo tiene raíces familiares. Su padre, gran aficionado a la fotografía y también entusiasta de la aviación, le transmitió ese interés en las visitas compartidas al aeropuerto. “Hilamos un poco las dos cosas”, recuerda, quien poco a poco fue atrapado por el contacto con otros aficionados y la emoción de descubrir modelos de aeronaves que solo había visto en Internet o en festivales lejanos.
Entre los momentos más memorables, destaca la llegada de dos Jumbos del gobierno japonés durante la Expo 2008, así como la sorpresa de ver en Zaragoza al mítico A-10, un avión icónico de la Guerra Fría. Para Pablo, cada avistamiento es una pieza en una lista personal de deseos cumplidos, una colección viva de recuerdos ligados a la ciudad.
Su cámara también le ha dado notoriedad. Una de sus fotografías, en la que coinciden el morro de un Boeing 747 y una avioneta de escuela en pleno aterrizaje, se convirtió en viral y, paradójicamente, en una de las imágenes más robadas de su trayectoria. “Es la foto que más veces me han quitado”, admite entre risas resignadas.

La foto más famosa de Pablo Ignacio Blanco / pablo Ignacio Blanco

La foto más famosa de Pablo Ignacio Blanco / pablo Ignacio Blanco
Hoy, la afición cuenta con el apoyo de la tecnología. Aplicaciones como FlightRadar o RadarBox permiten seguir en tiempo real los vuelos, conocer sus rutas y anticipar su llegada. Esta información ha facilitado la organización de los spotters, que ya no dependen de rumores en foros, sino que pueden planificar su día con precisión casi milimétrica.
En Zaragoza, el protagonismo lo tienen tanto los vuelos civiles de compañías como Vueling, como el intenso tráfico de carga ligado a Inditex, que atrae gigantes como los Airbus 330-300 o los Boeing 747. A ellos se suma la aviación militar, lo que convierte cada jornada en una mezcla de logística, espectáculo y cultura aeronáutica.
El calor del verano, el cierzo del invierno y la espera interminable forman parte inseparable del ritual spotter. “Es afición, pura afición”, resume Blanco. Una pasión que, con el paso del tiempo, le ha permitido tejer amistades, acumular historias y ver cómo aquel descampado junto a la pista se convertía en un punto de encuentro para quienes siguen mirando al cielo con fascinación.




