Opinión: Alcaldes del PP, cómplices y víctimas de la nueva política personal de la Diputación de Huesca
Gemma Betorz. Diputada Provincial de la Diputación Provincial de Huesca


Huesca
La Diputación Provincial de Huesca siempre ha tenido una misión clara: pensar en el conjunto de la provincia. No es tarea sencilla, porque Huesca es amplia y diversa, pero esa mirada global es la que garantizaba que todos los pueblos —grandes y pequeños— se sintieran representados. Especialmente los más pequeños, que son los que más necesitan de una Diputación fuerte que les ayude a sacar adelante proyectos y servicios que, de otro modo, serían imposibles.
Sin embargo, en estos dos últimos años, bajo el gobierno del Partido Popular y con Isaac Claver, alcalde de Monzón, al frente de la institución, hemos visto un cambio preocupante. Y no hacia una visión más abierta o integradora, sino hacia todo lo contrario: las decisiones, las prioridades y los recursos parecen girar cada vez más hacia solventar los problemas que él mismo ha generado en Monzón.
Si repasamos los hechos, el patrón se repite. Subvenciones directas, inversiones en terrenos para el SPEIS, fondos para un parque provisional de bomberos, convocatorias de ayudas para residencias, policía local o incluso proyectos sociales muy interesantes, que por supuesto aplaudimos, pero que claramente vienen a suplir la falta de gestión y a maquillar la mala situación económica creada en el Ayuntamiento de Monzón.
Ha convertido la Presidencia de la Diputación en una herramienta para resolver los problemas que ha generado en su ciudad, que no son pocos. Pero ¿es justo paliar su mala gestión local en detrimento del resto de ayuntamientos y pueblos? El dispendio en sueldos, asesores y publicidad, también personal, generada en el Ayuntamiento de Monzón, conlleva serios problemas económicos que costeamos entre todos los municipios de la provincia. Se adjudica fondos y proyectos cuando considera y el resto del PP avala.
Entonces surgen las preguntas inevitables: ¿qué piensan los alcaldes de Barbastro, Fraga, Jaca o la alcaldesa de Binéfar? ¿Les parece bien que la Diputación funcione así? Da la impresión de que sí, porque los diputados provinciales de esas localidades votan una y otra vez a favor de este rumbo. Pero… ¿qué opinan sus vecinos? Qué sentirán en Jaca, donde ni siquiera se nombra el parque de bomberos; o en Barbastro y Binéfar, que apenas reciben migajas en ese “Proyecto Eje del Cinca” que recientemente ha recibido fondos europeos. Qué pensaran en Fraga, que se quedó sin EBAU, y que ni siquiera se menciona en el Proyecto del Eje del Cinca…. O ¿qué se piensa en Graus? pues que si la Casa de Joaquín Costa hubiera sido la de Monzón, estaría ya comprada y musealizada.
Y mientras todo esto pasa, los alcaldes y alcaldesas del PP se achantan, callan, otorgan, validan y, entre todos, pagamos. Es natural que un alcalde defienda los intereses de su ciudad —los que hemos sido alcaldes lo entendemos bien—, y otra muy distinta es trasladar esa lógica a una institución superior que debe representar y trabajar por toda la provincia de forma equilibrada y justa.
La Diputación de Huesca sirve para vertebrar y equilibrar el territorio, con todas sus dificultades. Hoy, en cambio, corre el riesgo de reducirse a una herramienta localista y personal. Ni siquiera es ya una cuestión partidista: los propios alcaldes y diputados del PP que callan ante esta situación son cómplices y víctimas de la misma, cómplices con un silencio que permite priorizar siempre otro territorio frente al suyo, y víctimas porque ese apoyo incondicional les supondrá difíciles explicaciones y difícil defensa de su labor como alcaldes.




