El glaciar del Aneto vuelve a partirse en otro año de pérdidas generalizadas

Como cada año, los investigadores del Grupo de Investigación CryoPyr del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE–CSIC) realizaron la campaña anual de monitorización de algunos de los glaciares más representativos del Pirineo. El de Ossue fue el más afectado, con una pérdida media de 3,4 m y descensos máximos de hasta 5,4 m de espesor. El del Aneto, se ha vuelto de dividir. “Antes del año 2020 ya se había desgajado un cuerpo del principal. Este año vemos cómo otra zona, la situada debajo del Collado de Coronas, se ha extinguido y ya no tiene conexión con el hielo del cuerpo principal. Esto nos muestra la fragmentación que caracteriza la fase final de los glaciares”, explica Jesús Revuelto, investigador del grupo Cryopyr.

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Con esta división, el glaciar del Aneto se queda con 30 hectáreas de superficie, menos de la mitad de lo que había en 2011. Si se repiten años como los de 2022 y 2023, e incluso éste último que acaban de analizar, no creen que el hielo del Aneto pueda considerarse glaciar más allá de 2035.

Resultados de la monitorización

En septiembre de 2025 se visitaron los glaciares de Aneto, Monte Perdido, Ossoue (Vignemale), Llardana (Posets) e Infiernos, donde se analizaron los cambios de espesor correspondientes al año de balance de masa 2024–2025.

La metodología se basó nuevamente en el uso de vehículos aéreos no tripulados (drones), que permiten obtener modelos tridimensionales de alta resolución del relieve glaciar. SER Pirineos lo pudo comprobar el pasado mes de septiembre acompañando a este grupo de investigadores al glaciar, ahora helero, de los Infiernos.

glaciar

La comparación de estas superficies con las obtenidas en años anteriores permite calcular con precisión las pérdidas y ganancias de espesor.

Un año de pérdidas generalizadas, con fuertes contrastes

A diferencia del año hidrológico anterior —caracterizado por grandes acumulaciones de nieve que mitigaron las pérdidas—, el año 2024–2025 ha supuesto un nuevo avance en el deterioro y desaparición de los glaciares pirenaicos.

En todos los glaciares monitorizados se han registrado pérdidas medias de más de 1 m de espesor, con valores significativos en varios casos:

• Glaciar de Ossoue (Vignemale): es el más afectado del año, con una pérdida media de 3,4 m y descensos máximos de hasta 5,4 m. Estos resultados coinciden con los datos obtenidos por Pierre René (Association Moraine) mediante el método glaciológico tradicional (basado en estacas de ablación, desde 2002): –3,25 m equivalentes en agua.
• Monte Perdido y Aneto muestran pérdidas medias más moderadas (descensos de 1,3 m y 1,2 m respectivamente), aunque con máximos cercanos a -4 m. Cabe mencionar que, en el caso de Aneto (monitorizado a comienzos de septiembre), el cuerpo principal se ha fraccionado bajo el Pico del Medio y, por tanto, la masa que perdura bajo el Collado de Coronas pasa a considerarse un helero, representando un pérdida de 3,6 ha, quedando así el glaciar de Aneto con un área de 30 ha.
• Llardana (Posets): registra un descenso medio de 1,4 m, con pérdidas locales de 4,1 m.
• Infiernos: presenta una pérdida media de 1,8 m, con sectores donde el hielo ha perdido hasta 4,2 m y una isla de roca madre en continua expansión en la parte central. En un artículo publicado en la revista Journal of Glaciology se da por degradado a helero.

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En todos los glaciares excepto en Ossoue (Vignemale) se identifican pequeñas áreas de ganancia de espesor (que en ningún caso compensan las pérdidas generalizadas observadas), relacionadas con acumulaciones de nieve residual que han aguantado a la fusión estival. Estas ganancias, alcanzan valores de hasta 2,8 m en Monte Perdido, 2,9 m en Llardana o 1,6 m en Aneto.

Un patrón claro: las zonas sin nieve siguen perdiendo espesor rápidamente

Los resultados ponen de manifiesto que, aunque algunas áreas acumularon nieve suficiente para conservarse hasta el final del verano, las zonas donde el hielo quedó expuesto han experimentado pérdidas muy acusadas, similares a las registradas en los peores años de la última década. De hecho, estos resultados sitúan el año 2024–2025 como el tercer peor en cuanto a pérdidas desde que se dispone de datos anuales, tras los años extremos de 2021–2022 (1) y 2022–2023 (2).

Un retroceso que confirma la tendencia

Los valores registrados en 2024–2025 vuelven a situarse en la tendencia descendente que predomina desde hace décadas. La combinación de inviernos con precipitaciones variables y veranos muy cálidos y prolongados favorece un balance de masa negativo persistente que compromete la supervivencia de estos pequeños glaciares de montaña. Este comportamiento confirma la extrema sensibilidad de los glaciares pirenaicos, los más meridionales de Europa.

Los trabajos de investigación y monitorización llevados a cabo por el Grupo CryoPyr son posibles gracias a la financiación de la Fundación BBVA, del Gobierno de Aragón, así como de la Agencia Estatal de Investigación (Ministerio de Ciencia Innovación y Universidades) además del apoyo puntual de la Unidad Aérea de la Guardia Civil y el GREIM de Benasque, cuya colaboración resulta esencial para mantener la vigilancia científica sobre estos ecosistemas clave de la alta montaña pirenaica.