El Sporting se desinfla

Gijón

El día menos pensado y el más temido llegó la primera derrota del Sporting de esta temporada. Una derrota sin paliativos, sin excusas, de las que duelen por producirse ante el colista, un Racing de Santander que fue mejor en el cómputo global del partido y, especialmente, en la segunda mitad, en la que el equipo gijonés fue un caos, un equipo sin criterio y sin fútbol. Algunos lo interpretarán como un baño de humildad; más bien parece un baño de realidad, que sirve para recordar que el Sporting tiene una buena plantilla pero no una constelación de estrellas, que preocupa su fondo de armario y que, igual que hasta ahora había competido con todos los rivales, también puede caer ante cualquiera.

Sin jugar bien al fútbol, hay que reconocer que en la primera parte al Sporting le faltó principalmente puntería. Tuvo ocasiones para marcar, pero estuvo negado. Ya es conocido que Uros Djurdjevic puede tener partidos tan sumamente desesperantes; esta vez el resto se sumaron a su bloqueo ante la portería, aunque también hay que reconocer el mérito de Parera, el guardameta del Racing.

En los quince primeros minutos el Sporting ya había protagonizado varias ocasiones: un disparo flojo de Juan Otero, un buen disparo de Gragera desde muy lejos que desvió Parera a córner y una doble ocasión de Djuka que primero la estrelló en el guardameta y luego llegó apurado al rechace. Era el aviso de lo que estaba por venir.

El Racing empezó a crecer en el partido. Mantilla entró como un puñal por la banda derecha y se plantó solo ante Mariño; el portero rojiblanco resolvió bien, porque aunque el asistente señaló fuera de juego la revisión de la jugada hubiera dictaminado lo contrario. No fue el único desajuste de la línea defensiva a lo largo de un partido en el que, sin embargo, Cali Izquierdoz fue el mejor de los rojiblancos sobre el campo.

Como el día iba cruzado, en el minuto 27 llegó la lesión de Cote, unas molestias musculares que ya habían avisado durante la semana y que ahora preocupan al sportinguismo. Y tres minutos después, llegó el gol del Racing, el primero tras cuatro partidos de sequía. Gassama aprovechó un balón largo para, ante la sorpresa de la defensa rojiblanca y de El Molinón, batir a placer a Mariño.

El Sporting tuvo su momento para empatar el partido, pero falló ocasiones increíbles. Todavía en el añadido de la primera parte, Mantilla evitó sobre la línea el zurzado de Gragera, que se iba para dentro tras un rechace posterior a un saque de esquina. Era el momento para empatar, si bien tampoco hubiera sido malo hacerlo en otra doble ocasión de Djurdjevic que inauguró la primera mitad: el airete tuvo un mano a mano con Parera, la estrelló en el muñeco, el rebote en su propio cuerpo permitió un control orientado que Djuka remató pero que un defensa cántabro sacó sobre la línea. Increíble, pero cierto.

Ahí se acabó el Sporting, a pesar de que quedaba toda la segunda mitad por delante. El Racing pudo golear en El Molinón, con ocasiones increíbles como la que Rubén Alves mandó por encima del larguero cuando lo más fácil era convertirla en gol o las dos en las que Matheus se encontró con Diego Mariño antes de que ya en el minuto 95 el ex del Oviedo aprovechara un pase en largo (partiendo desde campo propio), recortara en el área a Pedro Díaz y lograra la sentencia.

Al margen de la primera derrota, el partido dejó el pobre debut de Jordan Carrillo, la poca aportación de Milovanovic que sustituyó a un peleón pero todavía muy desubicado Cristo González, la mencionada lesión de Cote o el controvertido cambio de Gragera al descanso, cuando parecía más entonado que Pedro Díaz en el mediocampo rojiblanco. En definitiva, una sobremesa para olvidar.