El Sporting se queda a medias en un partido de infarto

Gijón

¿Es bueno o malo el punto sumado por el Sporting ante el Albacete? Tal y como se puso la tarde cuando Álvaro Rodríguez lograba el 1-2, claramente bueno. Teniendo en cuenta que su rival no pierde nunca (o casi nunca) y las circunstancias en las que afrontó el partido el Sporting, en plena y preocupante plaga de lesiones, también hay que considerarlo positivo. Jugando en casa, después de haber sumado solo cuatro puntos de los doce anteriores y con el arreón final que protagonizó el equipo, deja un sabor agridulce.

No se aburrieron los 14.490 aficionados que acudieron a El Molinón, entre ellos el seleccionador nacional Luis Enrique Martínez, que vivió desde el palco un partido de locos, en el que pasó de todo.

Pasaron cosas inéditas como que Campuzano marcara un gol con el Sporting. Lo hizo a los 17 minutos en una brillante jugada coral, que empezó con el saque en largo de Mariño (perfecto pese a la ansiedad de un sector de El Molinón, que ya está esperando al portero), el excelente cambio de juego de Juan Otero, el fenomenal centro de Djuka desde la banda derecha y la entrada en el área, con el alma, del delantero catalán para poner por delante al Sporting.

Antes de eso, la madera había salvado al Albacete de un gol en propia meta de Sergi Maestre tras un centro muy peligroso de Juan Otero. En la otra portería Glauder también se había encontrado con la madera nada más comenzar el partido, pero estaba en fuera de juego. Fue, en definitiva, un inicio de partido de infarto.

El Albacete, un rival valiente y bien trabajado, no se amilanó con la desventaja en el marcador, y supo aprovechar el primer error de la zaga del Sporting para empatar: un enorme hueco entre Bamba y Cote supo verlo el cuadro manchego para que Dubasin se colara y la picara por encima de Mariño.

El partido era un correcalles, en el que se pasaba de un disparo a bocajarro de Zarfino a otro de Rubén Martínez que Mariño, con los pulgares, enviaba a corner. Y de ese saque de esquina salía una ocasión en la portería contraria, con la galopada de Juan Otero que el portero Altube desvió con el pie a córner. Rivera todavía lo intentó antes del descanso, en el que Jordi Pola sustituyó a Bamba, lesionado (uno más).

El momento del Sporting para dejar encarrilado el partido estuvo en el inicio de la segunda parte, pero Djuka sigue negado. Convertido más en asistente que en rematador, el delantero tuvo dos oportunidades claras, casi consecutivas, para marcar. Recibió primero a la espalda de la defensa, se plantó delante de la portería y lo mandó lo suficientemente lejos para que no fuera ni una ocasión de gol ni un intento de pase a Queipo, que entraba por el otro palo. Un minuto después, Álvaro Rodríguez estaba más rápido para quitarle el balón en otro remate claro casi en el área pequeña. La crisis de Djurdjevic ya es tan evidente que parte de El Molinón ha dejado de aplaudírselo todo, como algunos siguen haciendo. Afortunadamente otros compañeros van reclamando sus oportunidades.

Volcado al ataque y mereciendo empatar, el Sporting se llevó un serio varapalo: Álvaro Rodríguez le ganó la espalda a Queipo, sin rastro de Cote en esa zona del campo, y aunque el joven extremo intentó corregir y llegó a tocar el balón antes del disparo del lateral del Albacete, no pudo impedir su gol en el segundo palo.

El agotamiento empezó a pasar factura. Campuzano pidió el cambio y Abelardo metió a Cristo González, aprovechando el parón también para dar un respiro a Queipo y probar (¡noticia!) al mexicano Jordan Carrillo. Este último dejó detalles, aunque por sus características y su tendencia a irse al centro parece tener poco encaje en la idea de Abelardo; el primero acabaría salvando la tarde.

El partido seguía siendo intenso. Manu Fuster perdonó el 1-3 tras una acción imperdonable para la defensa del Sporting, que permitió tres pases de los manchegos en su propio área. Abelardo retiró a Djuka, con división de opiniones, y dio entrada a otro jugador casi inédito: Milovanovic. Los rojiblancos tuvieron entonces dos ocasiones en sendos remates de cabeza: uno de Insua y otra del propio Milo, que ejecutó un testarazo impecable que, por auténtica mala suerte, pegó en el larguero y botó sobre la línea de gol.

Hubiera sido un bello tanto, pero lo fue aún más el que le daría el empate al Sporting: el golazo de Cristo González, con el interior, a colocar, en el segundo palo, tras un saque de esquina y un rebote en el área. Nuevamente, Cristo bajó para salvar al Sporting.

Zarfino, que junto a Christian Rivera hizo un despliegue físico espectacular en el centro del campo, tuvo la última ocasión para intentar ganar el partido, pero el Sporting tuvo que conformarse con el empate.

La noche no acabó tan mal como llegó a ponerse e, incluso, como había empezado, con la noticia de la lesión de Jony, reprendido duramente por Abelardo en su rueda de prensa. La situación de la enfermería es preocupante, aunque quizás el técnico empiece a recuperar para la causa a jugadores como Carrillo y Milo, igual que ha hecho con Campuzano. Falta hace, porque el viaje a Málaga está a la vuelta de la esquina.