El Sporting enamora a su afición con una remontada épica
El caudal ofensivo de los rojiblancos permite darle la vuelta al marcador contra el Castellón (2-1), desata la locura en El Molinón y mete al equipo en playoff
Gijón
Los 19.940 aficionados que acudieron este lunes por la noche a El Molinón tardarán en olvidar lo vivido durante un Sporting-Castellón trepidante, que no quedará en los anales de la historia por corresponder a la jornada 9, pero que fue un ejercicio de épica y un auténtico recital de fútbol ofensivo por el que da gusto pagar una entrada e incluso sufrir hasta el minuto 87. El remate de Diego Sánchez, a la salida de un córner, cuando algunos (pocos) habían perdido la fe de que los tres puntos se quedaran en Gijón desató la locura en la grada, que posiblemente hubiera aplaudido igual al Sporting aunque no hubiera ganado. Porque el equipo dio todo lo que tenía, generó un sinfín de ocasiones de gol, lamentó una y mil veces su mala puntería pero que acabó comprobando que el fútbol, a veces, lo fue. Hacía tiempo que el sportinguismo no vivía un partido tan divertido. Y si a eso se suman la victoria, el puesto de playoff y la diferencia de un punto con el ascenso directo, miel sobre hojuelas.
El Sporting logró darle la vuelta a un partido que se puso cuesta arriba de forma inesperada por una concatenación de desgracias y la habilidad (y la longitud de pierna) del delantero del Castellón Mamah, que sacó petróleo de un saque de banda aparentemente inofensivo, que Guille Rosas prolongó en lo que era un intento de despeje y en el que el futbolista del Castellón buscó un remate a la desesperada que sorprendió a toda la defensa rojiblanca.
Hay golpes que hunden y otros que revitalizan. El Sporting, que ya había salido mandón y dominador antes del gol, reaccionó de la mejor manera: fue un vendaval en ataque, encerrando a su rival y disfrutando de ocasiones de todos los colores. Otero, Dubasin, Gelabert... A todos les fallaba la puntería. La tuvo Otero, pero marcó en una acción que fue invalidada porque el colombiano estaba adelantado cuando Guille Rosas le metió el balón al espacio.
Al descanso, el sportinguismo se frotaba los ojos. ¿Cómo era posible ir perdiendo ese partido, generando tanto en ataque? La duda no minó la fe del equipo, que siguió buscando el gol sin tregua tras el descanso. Otero no vio a Dubasin entrando solo nada más reanudarse el encuentro y se topó con el portero, Gaspar también probó al guardameta, Pablo García no aprovechó un disparo raso, Dubasin robó un balón que acabaría rozando el larguero...
El Molinón era un hervidero. No había nervios ni protestas: solo ilusión por empatar. Y llegó la igualada en una acción en la que Nacho Méndez, casi sin ángulo y tras tirar una pared con Dubasin, rompía por fin el maleficio.
Quedaba media hora. El Sporting tomó un poco de aire antes de la embestida final. Pasaron veinte minutos en los que el equipo bajó el pie, un poco asustado también después de ver al Castellón estrellar un balón en el larguero prácticamente en su único acercamiento al área. En el tramo final, el Sporting volvió a tocar a rebato. Y después de un par de ocasiones de Queipo, que sigue negado de cara a gol, el remate de Diego Sánchez dio el justo premio de la victoria al Sporting. Un saque de esquina impecablemente botado por Cote, la asistencia de Dubasin (otra), el oportunismo de Diego Sánchez y la felicidad absoluta en El Molinón. Tercera victoria consecutiva; palabras mayores. Y, además, jugando al fútbol. ¿Queda algún escéptico en la sala?
David González
Vinculado a SER Gijón desde 1998. Director de SER Deportivos Gijón y voz de los partidos del Sporting...