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La endeblez defensiva y la falta de pegada condenan al Sporting

Los rojiblancos cosechan ante el Burgos su primera derrota en El Molinón desde la llegada de Garitano (2-3)

Los jugadores del Sporting se lamentan por la derrota mientras los del Burgos celebran el triunfo en El Molinón. / LaLiga

Los jugadores del Sporting se lamentan por la derrota mientras los del Burgos celebran el triunfo en El Molinón.

Gijón

Tres clamorosos fallos defensivos colectivos, impropios de un equipo que aspira a ser sólido y rocoso, le arruinaron al Sporting la tarde en la que podía aspirar incluso a ponerse líder. La endeblez de una defensa que (al menos de momento, no está al nivel que se pretende echó por tierra un partido en el que el Sporting tuvo un planteamiento ambicioso, se volcó al ataque desde el principio e incluso cuando las cosas pintaban peor, pero que acusó otra de sus carencias: una mayor puntería para la cantidad de ocasiones que tuvo. Los rojiblancos encadenan su segunda derrota consecutiva y rompen su idilio (y el de Garitano) con su propio estadio, donde no perdían desde el pasado 5 de abril, cuando encajaron la derrota que le costó el puesto a Rubén Albés.

En el minuto 18 de partido era impensable lo que pasaría tres minutos después: que el Burgos fuera ganando 0-2 en El Molinón. Había que frotarse los ojos para creerse que después del dominio inicial, de las cinco ocasiones claras que había tenido el Sporting (con Gaspar especialmente enchufado, dando el paso adelante que se le pedía), dos zarpazos del Burgos cambiaran por completo el escenario.

En ese inicio tan prometedor, con una imagen tan diferente a la de Riazor y que parece que sigue el patrón para los partidos de casa, el Sporting había desaprovechado un centro de Gaspar que remató Dubasin a los dos minutos, un cambio de orientación del hoy capitán que acabó en otro disparo a puerta de Guille Rosas, dos remates de cabeza de Otero y un buen regalo de la defensa burgalesa a El Pingüino, gracias al trabajo de presión del colombiano.

Pero entonces el Burgos, con Appin como principal protagonista, se le subió a las barbas al Sporting. Por su banda llegó la jugada en la que Miguel puso un balón al área pequeña que Fer Niño convirtió en el 0-1, aprovechando la tragada de Pablo Vázquez (que midió mal y no acertó a despejar) y la pérdida de la marca por parte de Perrin, que confió demasiado en su compañero.

Todavía con el shock en el cuerpo, apenas minuto y medio después un balón largo hacia Appin volvió a dejar en evidencia a la defensa del Sporting: Corredera no llegó y Guille Rosas le concedió al extremo del Burgos el espacio suficiente para batir a Rubén Yáñez. Esta vez el portero no pudo ponerse el traje de héroe que, en partidos anteriores, sirvió para tapar otras carencias. Yáñez sí evitó el tercer gol visitante en un disparo de Curro. Gaspar y Otero tuvieron un par de ocasiones más en la recta final del primera parte, pero cuando no fallaba la puntería aparecía el meta Cantero o algún defensa del Burgos para evitar el gol.

Llegó el descanso y había que hacer algo. Sin Amadou (lesionado) en la convocatoria, a Garitano no le quedó otra que recurrir a Caicedo, retirar a un centrocampista como Nacho Martín y cruzar los dedos. El equipo se lio la manta a la cabeza y consiguió lo más difícil: empatar el partido. Primero con otro gol de Gelabert a otro centro de Juan Otero, demostrando el primero que es la principal baza goleadora del equipo y el segundo que lo que mejor hace es servir goles a los compañeros desde la banda, en la que él mismo admite que siempre fue su labor hasta su reconversión como delantero centro.

El equipo siguió completamente volcado y en el minuto 71 Dubasin se fue por la banda izquierda y encontró en el segundo palo a Guille Rosas, que controló bien con la zurda y definió perfectamente con la derecha. Era el empate, que reactivaba al Sporting y a una grada volcada.

Había, desde ese momento, dos actitudes claras en el campo: un equipo, el Burgos, que firmaba el empate, y otro como el Sporting, que no se conformaba. Y quizás por ese ímpetu, los rojiblancos fueron penalizados. Fue otra vez de forma cruel: con un gol en el minuto 89, con un ex como Mario González como protagonista. Increíble que, con tres jugadores encima, el delantero pudiera aguantar ese balón hasta el momento justo para el pase a la izquierda y que la pelota finalmente llegara a las botas de Mateo quien, completamente libre de marca, batía a Yáñez.

Los jugadores del Sporting no se lo podían creer. Algunos tanto en ese momento como con el pitido final golpeaban el terreno de juego enrabietados; parecía increíble que la endeblez defensiva echara por tierra todo el trabajo ofensivo del equipo. Eso y la falta de puntería. El Sporting, al que poco se le puede reprochar en actitud, falló en las dos áreas, donde se deciden los partidos.

David González

David González

Vinculado a SER Gijón desde 1998. Director de SER Deportivos Gijón y voz de los partidos del Sporting...

 

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