Gelabert no se cansa de salvar al Sporting

Gijón

Otra vez Gelabert. El niño que, desde la grada, veía jugar a su padre en El Molinón. El hombre que quiso venir y apostó por quedarse. Y el futbolista con más calidad de este Sporting, que ante el Granada volvió a ejercer de lo que puede y debe: del líder capaz de echarse el equipo sobre los hombros y resolver un partido enrevesado y desesperante, en el que la falta de puntería amenazaba con condenar al Sporting al enésimo empate consecutivo en casa. Hasta que en una jugada fantástica, en el último minuto del tiempo reglamentario, el palentino logró un gol de bandera que desatascaba la situación, otorgaba al Sporting la tercera victoria consecutiva entre Liga y Copa y le metía, al menos de forma provisional, en puestos de playoff. Todo ante los ojos de Alejandro Irarragorri, el máximo mandatario del Sporting, que esta vez no tuvo oportunidad de escuchar protestas de El Molinón ante la gestión del Grupo Orlegi en el club, sino sonidos de euforia y emoción, con un final tan vibrante.

Fue un partido más entretenido de lo habitual en Segunda. Y un partido raro, en el que el personal del VAR se ganó el sueldo: hubo un gol anulado al Granada por un milimétrico fuera de juego, la revisión de una posible roja al sportinguista Bernal en el último minuto de la primera parte y un penalti pitado y luego corregido sobre Queipo. De locos.

El Sporting salió mandó, con un primer aviso: Gaspar se plantó mano a mano ante Luca Zidane, pero el portero salió vencedor en la pugna. Se llevó un buen susto el equipo rojiblanco a balón parado, cuando Faye marcó de cabeza tras una falta lateral bien botada por Pedro Alemañ. Después de tres minutos de tensión, el VAR apreció que el hombro del delantero nazarí estaba ligeramente adelantado a la posición de Pablo Vázquez, por lo que el gol quedó invalidado. Por milímetros.

Todos los problemas del Sporting llegaban a balón parado. En el único saque del esquina del equipo andaluz llegaría otro sobresalto importante: Diallo peinó en el primer palo y en el segundo, incomprensible (y afortunadamente), Jorge Pascual remató por encima del larguero con toda la portería para él.

Antes del descanso Diego Sánchez estrelló en el larguero un fantástico balón servido por Guille Rosas. Y hubo tiempo para cabrearse con el colegiado Salvador Lax, cuando abortó una posible ocasión clara del Sporting al señalar una falta que solo vio él de César Gelabert.

Y ya en el añadido, el VAR se entretuvo en revisar (absurdamente) una posible roja a Bernal, cuando era bastante evidente que el centrocampista rojiblanco había tocado balón antes de golpear a Jorge Pascual.

Si la primera parte había sido relativamente equilibrada, en la segunda el Sporting apretó más. Un primer aviso de Gelabert (mucho mejor cuando juega en la mediapunta que exiliado por obligación a la banda) puso a prueba a Luca Zidane. El equipo lo intentaba pero le costaba horrores encontrar el gol. Creyó que podría ser otra vez de penalti, cuando incomprensiblemente Lama arrolló en el área a Queipo, pese a que su compañero Williams protegía perfectamente el balón y el propio futbolista del Sporting había perdido ya tensión en la jugada. Salvador Lax apreció que la acción era merecedora de penalti, pero el VAR le llamó para corregirlo. ¿No quedamos que el VAR estaba para errores claros y manifiestos?

Queipo se quedó con la miel en los labios de resolver el partido con un balón que buscaba portería pero que acabó en córner al toparse con un defensa rival.

Pero cuando el partido agonizaba una acción individual de Gelabert, con galopada, amago y un perfilamiento perfecto sirvió para darle al Sporting una victoria emocionante y balsámica.

Hubo que sufrir con el arreón final del Granada. Yáñez tuvo la suya (cómo no), volando para evitar el gol de Pablo Sáenz y Corredera, en otro partido con un gran despliegue físico, salvó el tanto de Sola yendo al suelo. Guille tuvo la posibilidad de ponerle la puntilla al partido, pero no hizo falta: el Sporting logró una victoria importantísima y emocionante, en un partido que consolida a jugadores como Curbelo o Bernal, pero que sobre todo corona a Gelabert como salvador y gran estrella del equipo.