Hamburguesas y homofobia

Nunca hubiera imaginado que las hamburguesas y la homofobia tuvieran algo en común. Hombre, es verdad que las dos empiezan por hache; pero más allá de eso, tiene que haber alguna razón oculta que se me escapa. La semana pasada fue en un McDonald’s, donde un macho alfa amenazó a un chaval gay al grito de: “te voy a hacer heterosexual a hostias”. Y este fin de semana ha sido la periodista Cristina Seguí, una de las fundadoras de Vox, la que ha lamentado que en las coronas de los niños en el Burger King aparezcan los colores de la bandera arco iris. La bronca que ha tenido después en Twitter con el humorista Miguel Lago ha sido de aúpa, pero eso ya me interesa menos. Me sigue intrigando la conexión con las hamburguesas.Pero, bueno, bromas aparte, lo que me viene a la cabeza con estos episodios, o con la tontada del Ayuntamiento de Madrid colocando la bandera de España y desplazando la otra; todo eso me lleva a una conclusión que no está mal recordar, sobre todo para la gente más joven: los derechos –del tipo que sean- no se regalan, se conquistan. Y luego hay que defenderlos. Y cuando crees que ya está todo conseguido, hay que volver a arremangarse y volver a defenderlos.España es desde hace años, pese a quien pese, una referencia mundial en la defensa de los derechos LGTBI. Por eso el orgullo tiene tanto impacto; y por eso querer oponerle el orgullo de ser español, como si fueran cosas incompatibles, no sólo es rancio y casposo: es que está condenado al fracaso. O eso quiero creer.